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miércoles, 10 de abril de 2013

El hogar



Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct15 (PUNTO)htm


CAPÍTULO 15

El hogar

“Pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24.15).

En el principio, Dios unió las primeras dos personas para así formar el primer hogar. La autoridad suprema en cuanto al hogar es nuestro Señor Jesucristo, quien respondió así a una pregunta que le hicieron los fariseos:

“¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19.4–6).

Esta respuesta de Jesús muestra que la vida hogareña existía desde la creación del hombre. El hogar fue concebido en la mente infinita de Dios. Es una provisión bendita de Dios para nosotros.

El porqué del hogar

1. Para que la pareja pueda suplir las necesidades el uno al otro

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.24). ¿Por qué tendrá que dejar el hombre a su padre y a su madre? Para que pueda gozarse del compañerismo y la ayuda de su esposa. Dios hizo al hombre y a la mujer de una forma que el uno suple lo que al otro le hace falta. Eva fue una ayuda idónea para Adán. En el hogar los cónyuges se esfuerzan juntos en una vida en la cual sus problemas, sus metas y sus luchas son las mismas para los dos.

2. Para promover la pureza

No hay cosa que promueva más la pureza entre el género humano que un hogar contento y feliz. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13.4). En toda sociedad la norma moral se determina por la manera en que se observan las leyes del matrimonio y del hogar. Donde se observan fielmente las leyes de Dios para el matrimonio no solamente hay pureza en la vida y el carácter de los padres, sino también fomenta la pureza en la vida de los hijos.

3. Para que los mejores amigos de los hijos, los padres, los cuiden

En todo hogar establecido según los principios bíblicos los mejores amigos de los hijos son sus padres. No por casualidad Dios puso a los hijos al cuidado de sus mejores amigos, sus padres, en esa etapa de vida cuando las asociaciones y la disciplina hacen sus impresiones más permanentes. Los padres sabios aprovechan las oportunidades de su deber y emplean su influencia para enseñarles a sus hijos antes que el mundo los pueda impresionar.

4. Para proveer un refugio seguro de las tempestades de la vida

Una casa provee protección; los hijos están felices y contentos dentro del mismo aunque ruja una tempestad afuera. Esta protección es típica de la protección espiritual que el hogar cristiano provee. Mientras que los hijos descuidados vagan libremente por las calles y recogen toda clase de suciedad moral y pecaminosa, los hijos en los hogares cristianos están más protegidos de las influencias dañinas del mundo. Lamentablemente, tantos hijos son manchados del pecado antes que sepan lo que significa pecar. Un hijo afortunado es aquel que disfruta de la protección de un hogar donde el nombre de Jesús es venerado, donde las buenas virtudes son de gran estima y donde el período en que se forman los hábitos se pasa en un ambiente de pureza, piedad y santidad.

¿Qué lugar puede igualar al hogar en tiempos de enfermedad, calamidad o angustia? ¿Quién, además de los amados del hogar, puede darnos la ayuda y el consuelo tan comprensivo en tiempos de perplejidad y confusión o cuando los problemas de la vida nos abruman en extremo?

5. Para preparar a los niños a fin de enfrentarse con la vida

El hogar cristiano es una escuela donde los hijos son criados para Dios y se preparan con el objetivo de hacerle frente a los problemas de la vida. Es aquí donde los hijos aprenden a trabajar, cantar, orar, estudiar, practicar la abnegación, ayudar a los menesterosos, y donde ocurren los mayores cambios en el desarrollo de sus cuerpos, mentes y almas. Mientras criamos a nuestros hijos no dejemos de enseñar a la generación venidera cómo hacer frente a los problemas serios de la vida. El hogar cristiano que prepara a los hijos para enfrentarse con la vida es un apoyo sólido de la iglesia y de la sociedad.

Los deberes en el hogar

En el hogar hay deberes que cumplir, problemas que resolver, dificultades que enfrentar, y debemos relacionarnos unos con otros en la manera que a Dios le agrada. La Biblia nos enseña acerca de los deberes de cada miembro del hogar.

1. Los deberes de los hombres

Pablo nos enseña dos deberes muy importantes:

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5.25).

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6.4).

La primera amonestación significa que el hombre que se ha comprometido a una mujer le debe a ella su propia vida, su cariño, su mente, sus manos y sus fuerzas. Todo lo de él está a la disposición de ella. En la segunda amonestación el Señor nos quiere decir que la mayor responsabilidad en el proceso de la crianza de los hijos recae sobre el padre. Como la cabeza del hogar, el padre tiene el deber de poner metas y normas para el mismo, dirigir los cultos familiares, enseñar a los hijos, disciplinar e instruir a los que no se comportan correctamente y administrar todo lo que se necesita para el bienestar del hogar. Por supuesto, él debe hacer todo esto con espíritu de servicio en vez de señorío.

2. Los deberes de las mujeres

Volvamos de nuevo a las escrituras:

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2.18).

“Por este niño oraba” (1 Samuel 1.27).

“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efesios 5.22).

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro 3.1–2).

Cada uno de estos textos bíblicos señala un deber muy importante para la mujer o para la madre en el hogar. En primer lugar, ella debe someterse al liderazgo de su esposo. En segundo lugar, la responsabilidad de ser madre es algo que requiere oración y devoción para asegurar los mejores resultados. Cuando las mujeres se conducen conforme a estos dos deberes principales, ellas se convierten en una bendición para sus propios maridos y para sus familias.

Muchas veces se nos hace esta pregunta: “Si el marido o la mujer no cumple con los deberes en el hogar, ¿qué debe hacer su pareja?” En tales casos el otro debe hacer lo mejor que pueda y tratar de cumplir fielmente con el papel que Dios le ha ordenado. Normalmente las faltas del uno se agravan o se multiplican a causa de los defectos del otro. Corregir sus propios defectos es la ayuda más eficaz que puede conceder a su pareja. Influimos en las personas que se asocian con nosotros y en este caso la primera persona en beneficiarse de nuestras cualidades cristianas deberá ser nuestro cónyuge.

3. Los deberes de los hijos

“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6.1–3).

Notemos ahora las tres razones que expresa Pablo por las cuales los hijos deben obedecer a los padres: (1) Es justo. (2) Es para su propio bien. (3) Conduce a una larga vida. Cada una de estas razones se hace tan evidente por sí misma que no se necesita mucho argumento para apoyarla. Una de las peores cosas que puede sucederle a un niño es que sus padres le permitan crecer con una conducta desobediente y rebelde en el hogar. Tal niño no es solamente un enemigo de sí mismo, sino que también es un problema en el hogar, en la sociedad, en la escuela y en la iglesia.

Las características del hogar cristiano

En algunos hogares los miembros vuelven a casa para comer y dormir mientras buscan el placer en otra parte. Tales hogares en realidad no son hogares, sino más bien hoteles de tránsito. Pero existen hogares en los que el padre, la madre, los hijos y las visitas frecuentes se divierten porque para ellos no hay mejor lugar en el mundo que sus propios hogares. ¿Por qué la diferencia? La diferencia es debido a las características cristianas que reinan en el hogar. Notemos algunas características que edifican al hogar cristiano.

1. El amor

Esto es lo que Pablo llama “el vínculo perfecto” (Colosenses 3.14). El amor es la virtud que hace que los miembros del hogar sean amables, abnegados y dispuestos a contribuir para con los intereses de los demás. El amor es lo que une al esposo y la esposa no solamente como “una sola carne”, sino también como un corazón y un alma. El amor es lo que hace que los hijos obedezcan a sus padres. Es difícil que Satanás gane ventaja alguna en un hogar donde predomina el amor en cada uno de sus miembros y donde todos aman al Padre de amor.

2. La adoración

El hogar cristiano, así como la iglesia, debe ser una “casa de oración”. El padre de familia es “la cabeza del hogar”, pero si los miembros del hogar no reconocen a Jesucristo como la Cabeza Suprema sobre toda cabeza terrenal entonces el liderazgo del padre será un fracaso. Hemos visto hogares algo tranquilos y felices donde los padres no practican la fe cristiana, pero notamos que a esos hogares les ha faltado la santidad y el sentido de propósito divino que adornan el hogar cristiano. El hogar es bello cuando se aparta un tiempo diario para desarrollar el culto familiar, cuando se lee la Biblia, se cantan cantos espirituales y cuando Cristo Jesús es la persona prominente en la conversación diaria. Tal hogar tendrá un ambiente muy saludable para la disciplina de los hijos y será una bendición a todos los que visitan el mismo.

3. La lealtad

¿Lealtad a qué? Lealtad de un cónyuge al otro, lealtad a los padres, lealtad con relación a los intereses de los hijos, lealtad a Dios y a la iglesia, lealtad al gobierno y lealtad a todas las otras causas que merecen apoyo. En tal hogar los hijos aprenden a respetar la autoridad y llegan a ser ciudadanos que respetan la ley dondequiera que se encuentren.

4. La literatura sana

Los libros y los periódicos tienen una gran influencia en nuestras vidas. Por eso es tan importante tener una literatura sana en el hogar. Puesto que la lectura alimenta la mente del hombre se nos hace necesario suplir nuestros hogares con la literatura que nos mantenga llenos del amor de Dios, de la sabiduría y la ciencia verdadera. Bendito el hogar donde hay literatura sana e interesante que edifica a los jóvenes y conduce la mente hacia el cielo y no hacia el mundo.

5. Los compañeros deseables

Los compañeros del hogar incluyen, además de los miembros de la familia, a los empleados y a los amigos que nos visitan. Cada hogar debe tener estas dos cualidades: (1) una hospitalidad cristiana genuina que hace que los visitantes se sientan bien acogidos; (2) un espíritu de piedad genuino que influya en el ambiente del hogar. En otras palabras, esforcémonos para que las personas que visitan nuestros hogares disfruten de un ambiente cordial, agradable y amistoso. Esforcémonos para que reine un ambiente familiar que desmorone toda clase de frivolidad y carnalidad. En muchos hogares, quizá con las mejores intenciones, se comete el error de proveer aparatos musicales, deportes y otras clases de atracciones dudosas. Estas cosas atraen al tipo de personas que no contribuyen a la virtud y a la edificación espiritual del hogar. Los padres deben animar a sus hijos que se asocien con las personas que los ayudarán a fortalecer su carácter y que los inspirarán en los caminos del Señor.

Las bendiciones del hogar cristiano

El hogar cristiano es un lugar sagrado donde los vínculos del amor y la simpatía crecen más fuertes al pasar los años. Será un lugar especial donde se moldea el carácter de los hijos durante el período en que se forman los hábitos. Tal hogar brindará una influencia positiva a cada visitante que entra y sale de su hogar para la gloria a Dios. Es precisamente en este tipo de hogar donde se da el cuidado más tierno a los enfermos y a los afligidos, donde todos se ayudan mutuamente para hacer frente a las pruebas y los problemas de la vida y donde en la vejez se halla el cuidado que solamente un hogar cristiano puede suplir.

Medite en estas cosas, esfuércese para alcanzar estos ideales y tendrá razones suficientes para alabar al Señor por lo que él ha provisto por medio del hogar cristiano.


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