CAPÍTULO
15
El hogar
“Pero yo y mi
casa serviremos a Jehová” (Josué 24.15).
En el
principio, Dios unió las primeras dos personas para así formar el primer hogar.
La autoridad suprema en cuanto al hogar es nuestro Señor Jesucristo, quien
respondió así a una pregunta que le hicieron los fariseos:
“¿No habéis
leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por
esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una
sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que
Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19.4–6).
Esta
respuesta de Jesús muestra que la vida hogareña existía desde la creación del
hombre. El hogar fue concebido en la mente infinita de Dios. Es una provisión
bendita de Dios para nosotros.
El porqué del
hogar
1.
Para que la pareja pueda
suplir las necesidades el uno al otro
“Por tanto,
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una
sola carne” (Génesis 2.24). ¿Por qué tendrá que dejar el hombre a su padre y a
su madre? Para que pueda gozarse del compañerismo y la ayuda de su esposa. Dios
hizo al hombre y a la mujer de una forma que el uno suple lo que al otro le hace
falta. Eva fue una ayuda idónea para Adán. En el hogar los cónyuges se esfuerzan
juntos en una vida en la cual sus problemas, sus metas y sus luchas son las
mismas para los dos.
2.
Para promover la
pureza
No hay cosa
que promueva más la pureza entre el género humano que un hogar contento y feliz.
“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los
fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13.4). En toda sociedad
la norma moral se determina por la manera en que se observan las leyes del
matrimonio y del hogar. Donde se observan fielmente las leyes de Dios para el
matrimonio no solamente hay pureza en la vida y el carácter de los padres, sino
también fomenta la pureza en la vida de los hijos.
3.
Para que los mejores amigos
de los hijos, los padres, los cuiden
En todo
hogar establecido según los principios bíblicos los mejores amigos de los hijos
son sus padres. No por casualidad Dios puso a los hijos al cuidado de sus
mejores amigos, sus padres, en esa etapa de vida cuando las asociaciones y la
disciplina hacen sus impresiones más permanentes. Los padres sabios aprovechan
las oportunidades de su deber y emplean su influencia para enseñarles a sus
hijos antes que el mundo los pueda impresionar.
4.
Para proveer un refugio
seguro de las tempestades de la vida
Una casa
provee protección; los hijos están felices y contentos dentro del mismo aunque
ruja una tempestad afuera. Esta protección es típica de la protección espiritual
que el hogar cristiano provee. Mientras que los hijos descuidados vagan
libremente por las calles y recogen toda clase de suciedad moral y pecaminosa,
los hijos en los hogares cristianos están más protegidos de las influencias
dañinas del mundo. Lamentablemente, tantos hijos son manchados del pecado antes
que sepan lo que significa pecar. Un hijo afortunado es aquel que disfruta de la
protección de un hogar donde el nombre de Jesús es venerado, donde las buenas
virtudes son de gran estima y donde el período en que se forman los hábitos se
pasa en un ambiente de pureza, piedad y santidad.
¿Qué lugar
puede igualar al hogar en tiempos de enfermedad, calamidad o angustia? ¿Quién,
además de los amados del hogar, puede darnos la ayuda y el consuelo tan
comprensivo en tiempos de perplejidad y confusión o cuando los problemas de la
vida nos abruman en extremo?
5.
Para preparar a los niños a
fin de enfrentarse con la vida
El hogar
cristiano es una escuela donde los hijos son criados para Dios y se preparan con
el objetivo de hacerle frente a los problemas de la vida. Es aquí donde los
hijos aprenden a trabajar, cantar, orar, estudiar, practicar la abnegación,
ayudar a los menesterosos, y donde ocurren los mayores cambios en el desarrollo
de sus cuerpos, mentes y almas. Mientras criamos a nuestros hijos no dejemos de
enseñar a la generación venidera cómo hacer frente a los problemas serios de la
vida. El hogar cristiano que prepara a los hijos para enfrentarse con la vida es
un apoyo sólido de la iglesia y de la sociedad.
Los deberes en el
hogar
En el
hogar hay deberes que cumplir, problemas que resolver, dificultades que
enfrentar, y debemos relacionarnos unos con otros en la manera que a Dios le
agrada. La Biblia nos enseña acerca de los deberes de cada miembro del
hogar.
1.
Los deberes de los
hombres
Pablo nos
enseña dos deberes muy importantes:
“Maridos, amad a
vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por
ella” (Efesios 5.25).
“Y vosotros,
padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor” (Efesios 6.4).
La primera
amonestación significa que el hombre que se ha comprometido a una mujer le debe
a ella su propia vida, su cariño, su mente, sus manos y sus fuerzas. Todo lo de
él está a la disposición de ella. En la segunda amonestación el Señor nos quiere
decir que la mayor responsabilidad en el proceso de la crianza de los hijos
recae sobre el padre. Como la cabeza del hogar, el padre tiene el deber de poner
metas y normas para el mismo, dirigir los cultos familiares, enseñar a los
hijos, disciplinar e instruir a los que no se comportan correctamente y
administrar todo lo que se necesita para el bienestar del hogar. Por supuesto,
él debe hacer todo esto con espíritu de servicio en vez de
señorío.
2.
Los deberes de las
mujeres
Volvamos de
nuevo a las escrituras:
“Y dijo Jehová
Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”
(Génesis 2.18).
“Por este niño
oraba” (1 Samuel 1.27).
“Las casadas
estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efesios
5.22).
“Asimismo
vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no
creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,
considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro
3.1–2).
Cada uno de
estos textos bíblicos señala un deber muy importante para la mujer o para la
madre en el hogar. En primer lugar, ella debe someterse al liderazgo de su
esposo. En segundo lugar, la responsabilidad de ser madre es algo que requiere
oración y devoción para asegurar los mejores resultados. Cuando las mujeres se
conducen conforme a estos dos deberes principales, ellas se convierten en una
bendición para sus propios maridos y para sus familias.
Muchas
veces se nos hace esta pregunta: “Si el marido o la mujer no cumple con los
deberes en el hogar, ¿qué debe hacer su pareja?” En tales casos el otro debe
hacer lo mejor que pueda y tratar de cumplir fielmente con el papel que Dios le
ha ordenado. Normalmente las faltas del uno se agravan o se multiplican a causa
de los defectos del otro. Corregir sus propios defectos es la ayuda más eficaz
que puede conceder a su pareja. Influimos en las personas que se asocian con
nosotros y en este caso la primera persona en beneficiarse de nuestras
cualidades cristianas deberá ser nuestro cónyuge.
3.
Los deberes de los
hijos
“Hijos, obedeced
en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu
madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas
de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6.1–3).
Notemos
ahora las tres razones que expresa Pablo por las cuales los hijos deben obedecer
a los padres: (1) Es justo. (2) Es para su propio bien. (3) Conduce a una larga
vida. Cada una de estas razones se hace tan evidente por sí misma que no se
necesita mucho argumento para apoyarla. Una de las peores cosas que puede
sucederle a un niño es que sus padres le permitan crecer con una conducta
desobediente y rebelde en el hogar. Tal niño no es solamente un enemigo de sí
mismo, sino que también es un problema en el hogar, en la sociedad, en la
escuela y en la iglesia.
Las
características del hogar cristiano
En algunos
hogares los miembros vuelven a casa para comer y dormir mientras buscan el
placer en otra parte. Tales hogares en realidad no son hogares, sino más bien
hoteles de tránsito. Pero existen hogares en los que el padre, la madre, los
hijos y las visitas frecuentes se divierten porque para ellos no hay mejor lugar
en el mundo que sus propios hogares. ¿Por qué la diferencia? La diferencia es
debido a las características cristianas que reinan en el hogar. Notemos algunas
características que edifican al hogar cristiano.
1.
El amor
Esto es lo
que Pablo llama “el vínculo perfecto” (Colosenses 3.14). El amor es la virtud
que hace que los miembros del hogar sean amables, abnegados y dispuestos a
contribuir para con los intereses de los demás. El amor es lo que une al esposo
y la esposa no solamente como “una sola carne”, sino también como un corazón y
un alma. El amor es lo que hace que los hijos obedezcan a sus padres. Es difícil
que Satanás gane ventaja alguna en un hogar donde predomina el amor en cada uno
de sus miembros y donde todos aman al Padre de amor.
2.
La
adoración
El hogar
cristiano, así como la iglesia, debe ser una “casa de oración”. El padre de
familia es “la cabeza del hogar”, pero si los miembros del hogar no reconocen a
Jesucristo como la Cabeza Suprema sobre toda cabeza terrenal entonces el
liderazgo del padre será un fracaso. Hemos visto hogares algo tranquilos y
felices donde los padres no practican la fe cristiana, pero notamos que a esos
hogares les ha faltado la santidad y el sentido de propósito divino que adornan
el hogar cristiano. El hogar es bello cuando se aparta un tiempo diario para
desarrollar el culto familiar, cuando se lee la Biblia, se cantan cantos
espirituales y cuando Cristo Jesús es la persona prominente en la conversación
diaria. Tal hogar tendrá un ambiente muy saludable para la disciplina de los
hijos y será una bendición a todos los que visitan el mismo.
3.
La lealtad
¿Lealtad a
qué? Lealtad de un cónyuge al otro, lealtad a los padres, lealtad con relación a
los intereses de los hijos, lealtad a Dios y a la iglesia, lealtad al gobierno y
lealtad a todas las otras causas que merecen apoyo. En tal hogar los hijos
aprenden a respetar la autoridad y llegan a ser ciudadanos que respetan la ley
dondequiera que se encuentren.
4.
La literatura
sana
Los libros
y los periódicos tienen una gran influencia en nuestras vidas. Por eso es tan
importante tener una literatura sana en el hogar. Puesto que la lectura alimenta
la mente del hombre se nos hace necesario suplir nuestros hogares con la
literatura que nos mantenga llenos del amor de Dios, de la sabiduría y la
ciencia verdadera. Bendito el hogar donde hay literatura sana e interesante que
edifica a los jóvenes y conduce la mente hacia el cielo y no hacia el
mundo.
5.
Los compañeros
deseables
Los
compañeros del hogar incluyen, además de los miembros de la familia, a los
empleados y a los amigos que nos visitan. Cada hogar debe tener estas dos
cualidades: (1) una hospitalidad cristiana genuina que hace que los visitantes
se sientan bien acogidos; (2) un espíritu de piedad genuino que influya en el
ambiente del hogar. En otras palabras, esforcémonos para que las personas que
visitan nuestros hogares disfruten de un ambiente cordial, agradable y amistoso.
Esforcémonos para que reine un ambiente familiar que desmorone toda clase de
frivolidad y carnalidad. En muchos hogares, quizá con las mejores intenciones,
se comete el error de proveer aparatos musicales, deportes y otras clases de
atracciones dudosas. Estas cosas atraen al tipo de personas que no contribuyen a
la virtud y a la edificación espiritual del hogar. Los padres deben animar a sus
hijos que se asocien con las personas que los ayudarán a fortalecer su carácter
y que los inspirarán en los caminos del Señor.
Las bendiciones
del hogar cristiano
El hogar
cristiano es un lugar sagrado donde los vínculos del amor y la simpatía crecen
más fuertes al pasar los años. Será un lugar especial donde se moldea el
carácter de los hijos durante el período en que se forman los hábitos. Tal hogar
brindará una influencia positiva a cada visitante que entra y sale de su hogar
para la gloria a Dios. Es precisamente en este tipo de hogar donde se da el
cuidado más tierno a los enfermos y a los afligidos, donde todos se ayudan
mutuamente para hacer frente a las pruebas y los problemas de la vida y donde en
la vejez se halla el cuidado que solamente un hogar cristiano puede
suplir.
Medite en
estas cosas, esfuércese para alcanzar estos ideales y tendrá razones suficientes
para alabar al Señor por lo que él ha provisto por medio del hogar
cristiano.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct15 (PUNTO)htm
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