CAPÍTULO 16
La iglesia
“Sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”
(Mateo 16.18).
Una de las
provisiones más beneficiosas que Dios hizo para su pueblo es la iglesia. La
misma nos sirve como un hogar espiritual mientras estemos en la
tierra.
Dios, desde
tiempos antiguos, ha apartado a su pueblo de los injustos, o sea, del mundo. La
palabra griega para iglesia, “ekklesia”, significa un pueblo que ha sido
llamado aparte. Dios ha llamado a su pueblo de la oscuridad y se le ha dado un
lugar en el reino de su Hijo amado. Pedro llama a este pueblo: “linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro
2.9).
En el
tiempo de Noé los escogidos se hallaron en el arca, aparte de los impíos.
Después del diluvio el hombre volvió a caer nuevamente en las profundidades de
la iniquidad. Otra vez, Dios apartó a los fieles cuando llamó a Abraham de su
hogar y sus parientes para convertirlo en el padre de los fieles. Luego apartó a
su pueblo de Egipto y quiso apartarlo de las influencias paganas de Canaán.
Cuando el Mesías vino por primera vez y escogió a sus discípulos les aseguró que
las puertas del Hades no prevalecerían contra su iglesia (Mateo 16.18). Aunque
los discípulos de Cristo están esparcidos sobre la faz de la tierra, el poder
del Espíritu Santo los mantiene apartados de la multitud que anda rumbo al
infierno.
Nuestro
propósito en este capítulo es presentar la iglesia como algo que Dios ha
provisto tan generosamente para nuestro bienestar. Hablamos más en detalle sobre
el tema de la iglesia en otro capítulo.
El
propósito de la iglesia
1.
Proveer un refugio para el pueblo de
Dios
Cristo se
refiere a sí mismo como “el buen pastor” (Juan 10.11). Él manda a los pastores
bajo su mando, diciendo: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella” (1 Pedro 5.2). Cristo también se refiere a sí mismo como “la
puerta” (Juan 10.9). El Señor nos advierte que vendrán ladrones, salteadores y
lobos. Éstos están dispuestos a forzar la entrada del redil en cualquier momento
para destruir a los miembros de la grey. De la forma que un rebaño de ovejas
encuentra protección en el redil bajo el cuidado fiel del pastor, así también
los creyentes encuentran protección en la iglesia de Cristo bajo el cuidado del
“Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2.25). En su cuidado de la iglesia
Cristo usa a los pastores humanos para advertir al rebaño de los peligros que le
amenazan.
2.
Proveer alimento espiritual para el pueblo
de Dios
David
reconoció las abundantes provisiones de Dios cuando dijo: “Jehová es mi pastor;
nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas
de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia
por amor de su nombre” (Salmo 23.1–3). Casi de la misma manera que se
alimentaron los hijos de Israel en el desierto, así se derrama hoy día este maná
celestial sobre el pueblo de Dios por la predicación de la palabra. “Apacentad
la grey de Dios” (1 Pedro 5.2) es un mandamiento para los pastores de toda
época. El alimento espiritual que usted recibe al escuchar la predicación de la
palabra es esencial para la vida y el crecimiento espiritual. Si no recibimos
alimento espiritual morimos espiritualmente, así como una persona muere
físicamente cuando se le priva del alimento natural por mucho
tiempo.
El
cristiano se sintoniza con Dios y escucha un tono celestial en cada sermón
evangélico verdadero. La música celestial se difunde en los salmos, himnos y
cánticos espirituales (Efesios 5.19) que se cantan en la asamblea del pueblo de
Dios. La gloria del cielo se acerca a nosotros cuando nos sentamos en los
lugares celestiales con Cristo Jesús (Efesios 2.6) y cuando adoramos a Dios en
espíritu y en verdad (Juan 4.24). La iglesia es la provisión sabia de Dios para
el alimento espiritual balanceado y continuo de su pueblo.
3.
Proveer para la comunión
cristiana
“Si andamos
en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros” (1 Juan 1.7). Y
esta comunión es más preciosa cuando “nuestra comunión verdaderamente es con el
Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1.3). Cuando Dios dijo: “No es bueno
que el hombre esté solo” (Génesis 2.18), él habló una verdad fundamental que
tiene que ver con toda fase de la vida humana. El hombre es un ser social;
necesita tener comunión con sus semejantes. Nosotros encontramos esa comunión en
el hogar, entre nuestros amigos y en la iglesia junto a nuestros hermanos de la
fe. Y en los tiempos venideros Dios proveerá la comunión eterna a su diestra.
¿Acaso deberá extrañarnos la exhortación de Dios que no dejemos “de
congregarnos, como algunos tienen por costumbre”? (Hebreos 10.25). Las personas
que rechazan la comunión con los de la fe tarde o temprano pierden la comunión
con Dios. La iglesia es el plan de Dios para proveer la comunión espiritual con
otros hermanos; comunión que su pueblo necesita mientras viva en la
carne.
4.
Proveer oportunidades para el crecimiento
espiritual de sus miembros
Crecemos
espiritualmente cuando la iglesia nos llama a la oración colectiva, al estudio
de la Biblia, a guardar el día del Señor, a asistir a los cultos cristianos, a
ofrendar con alegría según el Señor nos haya prosperado y a otras cosas “que
pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Pedro 1.3). Cuando usted se aprovecha de
estas oportunidades se convertirá en una gran ayuda haciendo que su iglesia sea
una verdadera bendición para usted mismo y para otros.
5.
Proveer un medio para guardar los
mandamientos del Señor
La
hermandad de creyentes nos ayuda a guardar los mandamientos del Señor. Existen
las personas que dicen que pueden guardar los mandamientos del Señor sin ser
parte de una iglesia. Pero queda claro que jamás ha existido alguien que lo haya
hecho. Es verdad, algunos que no son miembros de alguna iglesia han guardado
algunos de los mandamientos de la Biblia; pero no todos. Algunos
de estos mandamientos como el ósculo santo y la obediencia a los pastores no
pueden cumplirse por uno mismo. Jesús, refiriéndose a su iglesia, dijo: “Porque
donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos” (Mateo 18.20). En este planteamiento de Jesús queda claro que un
individuo no puede formar una iglesia por sí solo. Dios quiere ayudarnos por
medio de los hermanos a obedecer todos sus mandamientos.
6.
Proveer una oportunidad al
pueblo de Dios para unir sus esfuerzos y recursos en la tarea de ganar a los
perdidos
El amor
entre los hermanos en la iglesia habla al mundo de su lealtad a Cristo (Juan
13.35). La unidad en sí atrae al mundo al evangelio. Cuando los hermanos unen
sus esfuerzos y recursos para evangelizar, sea en la comunidad o en lugares más
lejanos, tendrán más éxito que el que rechaza la ayuda de otros
hermanos.
Teniendo en
cuenta las bendiciones que Dios provee por medio de la iglesia seríamos unos
ingratos si no le prestáramos nuestro servicio fiel. De la manera que Jesucristo
dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la nuestra por él y su
iglesia. Y puesto que la iglesia es establecida por Dios no debemos negarle
nuestro apoyo. Mostramos nuestra gratitud hacia lo que Dios nos provee por medio
de la iglesia al vivir una vida fiel, leal y obediente al Señor Jesucristo. Si
somos leales a Cristo también lo seremos a los hermanos.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct16 (PUNTO) htm
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