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miércoles, 10 de abril de 2013

La justificación

Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct28 (PUNTO) htm

Capítulo 28

La justificación

“Estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5.9).

La justificación es la obra de Dios por la cual cada persona que cree en Jesucristo ya es justo delante de él, el juez supremo. Mientras que el “acusador de nuestros hermanos” (Apocalipsis 12.10) ejecuta sus artimañas satánicas para condenarlos ante Dios, el gran Juez dice: “Estos son míos. Ellos antes eran culpables, condenados, ajenos a los pactos de la promesa (Efesios 2.12), pero las cosas han cambiado. El precio de su redención ha sido pagado; ellos han aceptado las condiciones ofrecidas de misericordia, han sido limpiados por la sangre del Cordero de Dios y ahora son justos delante de mí.” Cristo ha sido “resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4.25).

Cómo somos justificados

1. Somos justificados por la gracia de Dios

Ya que somos “justificados gratuitamente por su gracia” (Romanos 3.24) no pretendemos que hayamos sido justificados por nuestros propios méritos, sino que le damos toda la gloria a Dios. La justificación es el don gratuito de Dios al hombre. “Dios es el que justifica” (Romanos 8.33). El hombre no la ha ganado ni merecido. La justificación de Dios nos hace estar eternamente obligados y agradecidos a él a causa de la deuda impagable que él pagó por nosotros.

2. Somos justificados por la fe

Dios exige algo de nuestra parte para ponernos en contacto con su gracia. Dios “no hace acepción de personas” (Hechos 10.34); sin embargo, algunos son justificados delante de él mientras que otros no lo son. Por esto sabemos que tiene que haber algo que forme la base de tal división. Ese algo es la fe. La Biblia dice que “es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13.39); que “el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3.28) y que el Dios justo es “el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3.26). La fe traza la línea que divide entre los que están justificados y los que no están justificados. Según estas citas bíblicas resulta evidente que Dios, sin esperar a que la persona haga buenas obras, justifica a la persona tan pronto la misma reconoce su condición pecaminosa y cree en Cristo.

3. La fe que justifica es perfeccionada por las obras

“¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham, nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo” (Santiago 2.20–22).

Es cierto que cuando creemos en Cristo somos justificados gratuitamente por su gracia (Romanos 3.24) y nuestra fe es contada por justicia (Romanos 3.20–25). Pero esta fe que justifica también abre la puerta del corazón para que Cristo entre. Cristo mora en el corazón de cada persona justificada y allí obra una justicia que se ve en la vida de la persona. Estas obras justas son las que perfeccionan la fe. Si una persona profesa tener fe, pero no rinde buenas obras entonces su fe es incompleta y sin valor para justificarle.

Las obras de la persona justificada no son perfectas porque la persona es siempre humana. No debemos juzgar de repente a nadie si vemos una falta o un pecado en su vida. ¿Acaso la misma busca crecer en Cristo? ¿Recibe la corrección de Dios y de los hermanos? Estas también son obras que perfeccionan la fe.

Algunos piensan que las enseñanzas de Pablo y de Santiago relacionado con el tema de la fe y las obras se contradicen. Pero las escrituras no apoyan tal conclusión. La idea principal de los escritos de Pablo es que el que cree es justificado, mientras que la idea principal de Santiago es que si no hacemos las obras de Dios esto prueba que la fe que profesamos no es genuina. La fe que justifica ante Dios es la “fe que obra” (Gálatas 5.6). Las obras producidas por la fe viva pueden ser vistas por los hombres.

4. Somos justificados por la sangre de Cristo

Todos los sacrificios ofrecidos bajo la ley eran figuras y sombras que señalaban a Cristo (Hebreos 7–10). Dios declara que “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado” (Romanos 3.20) y que nosotros somos “justificados en su sangre” (Romanos 5.9). Comparando estas declaraciones con otros versículos que enseñan la justificación por fe, concluimos que todos los que tienen fe en la sangre de Jesucristo son justificados delante de Dios.

Lo que la justificación significa para nosotros

1. Significa obediencia a Dios

Sólo los que acuden a Dios en obediencia son justificados (Romanos 2.13). Con relación a la actitud de Dios hacia la obediencia, lea 1 Samuel 15.22–23 y Hebreos 2.1–3. El evangelio de Cristo no da ninguna seguridad de justificación a los desobedientes. (Lea Efesios 5.5–7.)

2. Significa libertad de la condenación

“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica” (Romanos 8.33). Aun “el acusador de nuestros hermanos” (Apocalipsis 12.10) no puede prevalecer contra el cuidado de Dios para con los suyos. (Lea Romanos 8.1–2.)

3. Significa paz con Dios

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5.1). (Lea también Efesios 2.14.)

4. Significa salvación eterna

“Pues muchos más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5.9). Podemos tratar de justificarnos a nosotros mismos o nuestros amigos pueden tratar de justificarnos, pero sólo los que son justificados por la sangre y la fe de nuestro Señor Jesucristo pueden tener derecho a la salvación eterna que solamente Jesucristo puede dar.

5. Significa una herencia eterna

“Para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3.7). Ser coheredero con Cristo es el privilegio más grande del cristiano.

6. Significa ser glorificado

“Y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8.30). Él ya sabe quiénes resucitarán justificados y por esto se puede decir que ya los glorificó. La salvación, la herencia y ser glorificados... todo esto pertenece a los hijos de Dios, los que han cumplido con las condiciones para ser justificados por él.

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