CAPÍTULO 21
Satanás y los que están bajo su
dominio
“El dios de este
siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la
luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2
Corintios 4.4).
Satanás es
el jefe de todas las huestes de maldad. La Biblia se refiere a él como “el dios
de este siglo” (2 Corintios 4.4) y “el príncipe de este mundo” (Juan 12.31). De
tales escrituras como Daniel 10.5–13, Lucas 11.14–18 y Efesios 6.11–12 es
evidente que Satanás es rey sobre el reino de los demonios y encabeza las
fuerzas de los espíritus malignos. Debido a que él es el dios de este siglo y el
príncipe de los demonios, tanto los hombres pecaminosos de este siglo como
también los demonios hacen su voluntad.
Sus limitaciones
Satanás es
un ser creado y no el Creador. Por tanto, como los demás seres creados, hay
cosas que él definitivamente no puede hacer. Aunque él tiene dominio en su
reino, hay límites que Dios no le permite pasar. A continuación destacaremos
algunos de los límites de Satanás:
· Cuando
Dios conversó con el diablo acerca de Job, el diablo comentó: “¿Acaso teme Job a
Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que
tiene?” (Job 1.9–10). Entonces Dios le dio permiso al diablo para hacer lo que
quiso con sus bienes, pero no le permitió tocar a Job mismo. El diablo destruyó
lo que Job tenía. Aun sus hijos murieron. Pero Satanás no logró nada. Entonces
hubo otra conversación entre Dios y Satanás. Esta vez el diablo dijo que si
pudiese tocar el cuerpo de Job, éste pecaría. Dios le dio permiso a Satanás para
que tocara el propio cuerpo de Job, pero no le permitió matarlo. De nuevo
Satanás no logró lo que quería. Al final, Job salió victorioso y fue más
próspero que nunca. Sin embargo, el asunto que queremos destacar es que el
diablo no pudo pasar los límites que Dios le puso. (Lea Job 1, 2,
42.)
· Después que Cristo ayunó cuarenta días, él fue tentado por el diablo.
Satanás trató de vencer al Hijo de Dios tres veces y las tres veces falló. ¿Por
qué? Porque Cristo se mantuvo firme en la palabra de Dios. Y Satanás no lo pudo
tocar. Por medio de Cristo, Dios nos ha dado a nosotros el mismo poder de
resistir al diablo, mientras nos mantengamos fieles a él y a su palabra. El
Señor nos asegura que si nos vestimos de “toda la armadura de Dios” y si tomamos
el escudo de la fe vamos a poder “apagar todos los dardos de fuego del maligno”
(Efesios 6.10–18). El Señor nos ha dicho que si resistimos al diablo, él huirá
de nosotros. (Santiago 4.7). El diablo no tiene ningún poder sobre nosotros
mientras sigamos fieles al Señor. Pero cuando los hombres no quieren ponerse
toda la armadura de Dios, el diablo, como un león rugiente, los
devora.
Los que tiene bajo su dominio
1.
Los ángeles
malos
Judas se
refiere a “los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su
propia morada” y dice que Dios “los ha guardado bajo oscuridad en prisiones
eternas, para el juicio del gran día” (Judas 6). Aquí observamos que: (1) El
diablo y sus ángeles fueron creados santos, pero después dejaron su dignidad y
abandonaron su morada. (2) Los ángeles malos no pueden arrepentirse como los
hombres, sino están “guardados “bajo oscuridad en prisiones eternas, para el
juicio del gran día”.
La Biblia
habla de gente que fue controlada por los demonios. Esto nos muestra que el
príncipe de los demonios cuenta con el apoyo de sus huestes demoníacas en su
plan horrible de destruir las almas de los hombres. De la manera que los ángeles
que se quedaron fieles a su Creador, el Dios del cielo, son espíritus
ministradores a los herederos de la salvación, así los ángeles del diablo son
espíritus que llevan a cabo la corrupción y la destrucción de las almas de los
infieles.
2.
Las almas
perdidas
La Biblia
nos dice que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5.19). Esto
significa el mundo de las almas perdidas. Ellos han rechazado a Dios, y el dios
de este siglo ha tomado posesión de ellos. El diablo es “el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2.2) y por esto es también el
“príncipe de la potestad del aire”. Lea usted lo que nuestro Salvador dice en
cuanto al camino por el cual va la humanidad (Mateo 7.13–14). “Todas las gentes
que se olvidan de Dios” pertenecen al dominio de Satanás, y, por tanto, “serán
trasladados al Seol” (Salmo 9.17).
La
gran lucha
Se está
llevando a cabo una gran lucha por las almas. Dios está ofreciendo libertad a
toda alma cautiva al haber sacrificado a su Hijo unigénito para lograr esa
libertad. Por medio de la autoridad de Jesucristo hay mensajeros por todo el
mundo que predican las buenas nuevas de la salvación. La libertad del pecado en
esta vida y la gloria del cielo en la eternidad instan a toda alma a que reciba
a Jesucristo como su Salvador y Señor y que prosiga con esperanza hacia la meta
celestial.
En cambio,
Satanás no descansa ni de día ni de noche, sino que siempre trata de condenar y
destruir al género humano. Todo lo que puede hacer, lo hace. Ya sea por medio de
la mentira, el engaño o la calumnia él trastorna a los oidores de la verdad y
los desvía del camino para que crean las fábulas.
Cada
persona tiene que decidir quien tendrá el dominio de su alma: ¿Dios o el
diablo?
¿Por qué las almas permiten que el diablo las
esclavice?
El
cristiano ha recibido el perdón de sus pecados, es libre de condenación y tiene
la bendita esperanza de una corona eterna que le espera en el cielo. Pero el
incrédulo vive una vida de sinsabores y en la eternidad será desterrado de Dios.
¿Por qué, pues, son pocos los que deciden seguir a Cristo y tantos los que se
encuentran dominados por el diablo? A continuación presentamos algunas
razones:
1.
“El dios de este siglo cegó
el entendimiento de los incrédulos” (2 Corintios 4.4)
Como Eva,
los incrédulos piensan que las cosas que el diablo les muestra son buenas para
comer, agradables a los ojos y codiciables para alcanzar la sabiduría. Cierran
sus ojos a las bendiciones verdaderas de Dios, las cuales se pueden obtener
solamente al humillarse ante Dios y al andar en santidad.
2.
“Satanás se disfraza como
ángel de luz” (2 Corintios 11.14)
Muchos han
abandonado la fe verdadera porque algún incrédulo les ha hecho creer que han
llegado a tener un entendimiento superior. Muchas personas miserables, pobres e
infelices han tenido una muerte horrible y han ido a una eternidad terrible
porque dejaron que algún incrédulo los guiara en los pasos de los placeres
pecaminosos. Muchos hombres han llegado a ser esclavos de la botella o del
cigarro porque cuando eran jóvenes pensaron que ejercitaban su libertad al beber
y fumar. Por el camino que al hombre le parece recto viajan multitudes de
personas que han sido engañadas por Satanás y sus seguidores.
3.
Por la
tentación
Los hombres
codician las cosas malas porque se dejan arrastrar por la tentación. “Entonces
la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1.15). La súplica de Satanás a
la carne es agradable al hombre carnal, y frente a tal poder el único medio de
escape es huir a la cruz para recibir limpieza por medio de la sangre de Jesús.
De esa manera el alma recibirá la dirección del Espíritu Santo y la protección
del amor y el poder de Dios. Para ver el contraste entre la derrota y la
victoria a la hora de la tentación compare Génesis 3.1–6 con Mateo
4.1–11.
4.
Por la
negligencia
El reino de
Satanás crece porque muchos que profesan conocer a Dios duermen espiritualmente.
Piense usted por un momento como Satanás y sus huestes vigilan día y noche, y
como los muchos que profesan ser cristianos son desobedientes, descuidados e
indiferentes (Tito 1.16). No debemos extrañarnos de que el reino de Satanás
crezca y que se incremente más y más la maldad. Entre tanto que los hombres
duermen, el enemigo siembra la cizaña (Mateo 13.24–30). (Lea también Efesios
5.11–14.)
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct21 (PUNTO) htm
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