CAPÍTULO 26
La fe
“Es, pues, la fe
la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos
11.1).
El elemento
esencial de la fe es la confianza. La fe es (1) “la certeza de lo que se
espera”, (2) “la convicción de lo que no se ve”. En otras palabras, es una
confianza muy segura en algo que no podemos ver o tocar. Hay cosas que
percibimos por los sentidos de la vista, del oído, del tacto, etc.; otras las
conocemos simplemente porque confiamos en que se nos ha dicho la verdad. Por
ejemplo, usted cree que existieron tales hombres como Julio César, Martín
Lutero, Simón Bolívar y otros personajes históricos no porque los conoció, sino
porque usted confía en los medios por los cuales recibió la información.
Las cosas que llegan a nosotros directamente por medio de los sentidos no son de
fe, sino de conocimiento.
Hay
personas que dicen que es sólo por ignorancia que la gente acepta algo como
verdadero sin una evidencia positiva y directa. Pero la vida misma de los que
así dicen contradice su dicho, pues casi no hay un día en que ellos mismos no
dejan de confiar en la palabra de otros, sin preguntar. Por ejemplo, al subir a
bordo de un autobús para viajar hasta un pueblo que no conocen, las mismas creen
que van hacia ese pueblo porque así se los informó el conductor. No saben
si van para ese pueblo, pero sí lo creen. Por todos lados están rodeados
de cosas o circunstancias de las cuales no saben absolutamente nada, excepto lo
que otros les han dicho. Como la fe cristiana es esencial a la vida cristiana,
así la fe en lo que no se ha visto es esencial a cualquier clase de vida.
Notemos, pues, algunas tipos de fe.
Tipos de fe
La palabra
“fe” puede aplicarse de manera general. Un ejemplo pudiera ser como se describe
en estos versículos bíblicos a continuación. “Porque por fe andamos” (2
Corintios 5.7). “Que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada
a los santos” (Judas 3). La fe puede también aplicarse a la verdad revelada por
Dios. No obstante, la fe pudiera ser el resultado de nuestra confianza en los
hombres o en las cosas.
Pudiera
decirse que existe una fe natural y una fe bíblica. La fe natural es la
confianza que los seres humanos tienen unos en otros. Por ejemplo, cuando creen
que el autobús se dirige hacia el lugar que les informa el
conductor.
Cuando
hablamos de fe bíblica nos referimos a algo totalmente diferente de la fe
natural. El hombre que sólo tiene una fe natural llega al límite de su propio
conocimiento o del conocimiento de otros en quienes tiene confianza. Este tipo
de fe no cree en la creación ni en la eternidad. Sin embargo, el hombre que
posee fe en la palabra de Dios va más allá de esto. Él cree aun en lo que nadie
jamás ha visto porque él cree que la Biblia es la revelación divina y milagrosa
de Dios al hombre. Puesto que la Biblia lo dice, él cree que Jesucristo es el
Hijo de Dios, que nació de una virgen, nos dio el evangelio infalible, murió por
nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
La fe que
los hombres profesan tener en Dios es de dos tipos: la fe que es muerta y la fe
que es viva.
1.
La fe
“muerta”
Leemos
acerca de esta clase de “fe” en Santiago 2.14–26. Aquí dice que “la fe sin obras
es muerta”. En otras palabras, la falta de obras es evidencia que la fe no es
genuina. De esta manera nadie puede pensar que la fe sin obediencia es
suficiente.
2.
La fe viva
La fe viva
es “la fe que obra” (Gálatas 5.6). Este es el tipo de fe que atrae al alma y
estimula al individuo a actuar. ¿Por qué el agricultor siembra su grano? Porque
él tiene fe en que habrá una cosecha. ¿Por qué las personas depositan su dinero
en el banco? Porque tienen fe en la estabilidad del banco. ¿Qué sucedería
entonces si no hubiera esperanza de cosecha ni confianza en la estabilidad del
banco? No habría siembra ni dinero depositado. ¿Qué conmovió al eunuco a pedir
el bautismo (Hechos 8.36–38) y a Cornelio a mandar a llamar a Pedro (Hechos 10)?
La fe. ¿Por qué la gente se aparta de Dios? Por la falta de fe. Es la fe viva lo
que conmueve al hombre a buscar la gracia de Dios; y habiendo encontrado esta
gracia, lo anima a mantenerla hasta el fin.
Esencial para la salvación
“Cree en el
Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16.31). “El que no cree, ya ha sido
condenado” (Juan 3.18). El Señor nos advierte que “sin fe es imposible agradar a
Dios” (Hebreos 11.6). Estas declaraciones nos aseguran que la única manera
posible para llegar a la gracia salvadora de Dios es por medio de la fe viva. Si
no hay fe, no hay salvación.
¿Cómo es que viene la fe?
1.
Por oír la palabra de
Dios
“La fe es
por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.17). Es el plan de
Dios que la gente llegue al conocimiento de la verdad por medio de la
predicación de la palabra (1 Corintios 1.21). De los millones de almas no
salvadas de este mundo se dice: “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y
cómo oirán sin haber quién les predique?” (Romanos 10.14).
2.
Por la oración
La oración
de los discípulos al Señor fue: “Auméntanos la fe” (Lucas 17.5). Nosotros
también debemos orar lo mismo. Fue la oración de fe de Cornelio (Hechos
10.30–31) que le trajo el mensajero que lo guió a él y a su casa a la fe viva.
¿Siente usted una falta de la fe vencedora? Ore. ¿Siente usted que otros deben
ser bendecidos con una fe más fuerte? Ore. ¿Siente usted la necesidad de un
avivamiento que traerá a los salvos y a los incrédulos a una fe victoriosa?
Ore.
3.
Por el Espíritu Santo
“...a otro,
fe por el mismo Espíritu” (1 Corintios 12.9). La misión del Espíritu Santo es
guiarnos a “toda la verdad” (Juan 16.13), testificar de Cristo (Juan 15.26) y
traer el evangelio de Cristo a nuestra memoria (Juan 14.26). Podemos ver que por
él los santos de Dios son guiados a una fe plena. A la misma vez, por su poder
convincente los pecadores son conmovidos a creer en la predicación de la
palabra.
4.
Por el ejemplo de otros
“Sé ejemplo
de los creyentes” (1 Timoteo 4.12). A medida que su fe se fortalece por la
influencia de otros, su propia influencia sobre otros fortalecerá o debilitará
la fe de ellos, dependiendo de qué clase de ejemplo sea usted.
Lo
que Dios hace cuando tenemos fe
La fe en
Jesús es la llave que abre la puerta a todas las bendiciones de la vida
redimida. Cristo resume todo esto cuando dice: “El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16.16).
Volvamos a la palabra de Dios y aprendamos de ella lo que Dios hace por el
creyente cuando éste pone su fe en Jesús.
1.
Asegura la
salvación
“Cree en el
Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16.31). (Lea también Juan 3.16; Romanos
3.28; 5.l.)
2.
Nos asegura un lugar en la
familia de Dios
“A todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios” (Juan 1.12). “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en
Cristo Jesús” (Gálatas 3.26).
3.
Asegura la
justificación
“En él es
justificado todo aquel que cree” (Hechos 13.39). “Concluimos, pues, que el
hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos
3.28).
4.
Trae gozo y
paz
“Aunque
ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1.8).
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo” (Romanos 5.1).
5.
Sana el
cuerpo
“La oración
de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará” (Santiago 5.13–15). No es la
voluntad de Dios sanar en cada situación, pero muchas veces sí lo es. Lo cierto
es que él contesta las oraciones de fe al sanar al enfermo.
6.
Provee un escudo para el
cristiano
“Sobre
todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego
del maligno” (Efesios 6.16).
7.
Guía al
cristiano
“Por fe
andamos, no por vista” (2 Corintios 5.7). Cuando andamos por vista lo hacemos
tal y como el mundo lo hace. Pero cuando andando por fe, nuestros pasos se
dirigen hacia el cielo afirmados en nuestra confianza en Dios.
8.
Santifica al
cristiano
“Para que
abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de
pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26.18).
9.
Nos une a
Dios
“En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa” (Efesios 1.13). (Lea también Juan 6.67–69; 1 Pedro
1.5.)
10.
Nos asegura que Dios nos dará
poder
“Si
tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá,
y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17.20). “Al que cree todo le es
posible” (Marcos 9.23). La fe nos une con los propósitos y el poder de Dios. Las
montañas de dificultades se vencen por medio del poder de la oración de
fe.
11.
Nos asegura que Dios nos dará
poder para vencer
“Esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5.4). Para un estudio más
profundo de lo que hace la fe por el creyente, lea el capítulo 11 de
Hebreos.
La
prueba de nuestra fe
Santiago
habla del lado práctico de la fe cuando nos recuerda que “la fe sin obras es
muerta” (Santiago 2.20). Es más fácil decir “yo creo”, que demostrar
nuestra creencia por lo que hacemos cuando estamos expuestos a las
pruebas y la aflicción. Entre tanto que había panes y peces para comer,
todos creyeron en Jesús; pero cuando él predicó su sermón acerca del pan de vida
(Juan 6), poniendo así al pueblo a la prueba verdadera en cuanto a su fe, dice
Juan 6.66 que “muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con
él”. En aquel momento la fe de muchos fue probada y fue evidente que a algunos
les faltó la fe.
1.
Prueba la veracidad de
nuestra profesión
Aquel
sermón escudriñador de Cristo sobre el pan de vida resultó en una purificación
de los discípulos. Los fieles se quedaron con él; los demás “volvieron atrás”.
Otro ejemplo se encuentra en la historia de Rut. Ella siguió fielmente con
Noemí, mientras que Orfa, por mucho que quería acompañarla, volvió atrás al
darse cuenta de todo lo que significaría acompañarla. Así hoy en la iglesia,
cuando hay oposición o tentación, los fieles quedan firmes mientras que los
infieles se descarrían.
2.
“Produce
paciencia”
El
testimonio de Santiago es el siguiente: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe
produce paciencia” (Santiago 1.3). Este testimonio se verifica frecuentemente en
las vidas de las personas que profesan seguir a Cristo. Hay un poder refinador
en las pruebas que trae la vida diaria que consume la escoria y produce lo mejor
que hay en el hombre. Además, tenemos los ejemplos de fe de algunos de los
personajes bíblicos. Abraham, por ejemplo, cuando fue llamado a ofrecer al hijo
de la promesa; José, perseguido por sus hermanos y esclavizado y encarcelado en
Egipto; Daniel y sus tres compañeros en Babilonia. Por tanto, “tened por sumo
gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe
produce paciencia” (Santiago 1.2–3). En todo esto es importante saber que no nos
ha “sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios, que no
os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (1 Corintios 10.13). Esto
quiere decir que Dios suple la gracia para resistir cada prueba que viene a
nuestra vida. Cada prueba que nosotros resistimos purifica nuestra fe y añade
valor a la utilidad de nuestra fe en nuestro servicio a Dios y a los
hombres.
3.
Cuando se resiste, se asegura
la corona de justicia
Los que
resisten y triunfan ante la prueba pueden testificar como lo hizo Pablo: “He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo
demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez
justo, en aquel día” (2 Timoteo 4.8).
Las obligaciones de la fe
Ahora nos
enfrentamos con otra pregunta: ¿Cuál debe ser la actitud del cristiano hacia la
fe? Al volver a la palabra de Dios nosotros vamos a encontrar la siguiente
amonestación:
1.
“Cree en el Señor Jesucristo” (Hechos
16.31)
Este
versículo bíblico ya ha sido considerado como una condición para la
salvación. Ahora nosotros lo estamos presentando como una obligación
cristiana. Los que obedecen este mandamiento cumplen los requisitos de la fe
cristiana. Cuando se obedece este mandamiento de creer en el Señor Jesucristo
entonces llegamos a apreciarlo a él como: (1) “Señor” —él es nuestro
Maestro que tiene autoridad sobre nosotros en todo; (2) “Jesús” —el
Hombre de Galilea, quien nació de una mujer; (3) “Cristo” —el ungido de
Dios. Si su fe en Cristo abarca estas tres identidades, usted cumple todos los
requisitos de la fe cristiana.
Tome su
Biblia y vea cuántas veces se nos manda a creer.
2.
“Que contendáis ardientemente por la fe”
(Judas 3)
No es
suficiente que creamos solamente; se nos exhorta a promulgar nuestra creencia.
Esta actitud se ejemplifica en Lucas 1.1–4. Comprobamos la sinceridad de nuestra
fe en Jesús apoyando fielmente su evangelio y dándolo a conocer a
otros.
3.
“Estad firmes en la fe” (1 Corintios
16.13)
Esto quiere
decir que: (1) Después de haber recibido la fe en Jesús, manténgala; “estad
firmes”. (2) Mientras que otros caen, usted permanezca firme y constante (1
Corintios 10.12; 15.58). (3) No practique una fe pasiva; abrácela y promúlguela
con todo su corazón; “estad firmes”. (4) Deje que su firmeza esté en “la fe”, no
en las doctrinas de los hombres.
4.
“Sé ejemplo de los creyentes
en (...) fe” (1 Timoteo 4.12)
Sus
obligaciones no terminan con usted mismo, sino que se extienden a otros también.
Por su ejemplo anime a otros a aceptar, a creer y a vivir
fielmente.
5.
“Permanecéis fundados y
firmes en la fe” (Colosenses 1.23; 1 Timoteo 2.15)
La fe en
Jesucristo no es algo que es sólo por un tiempo, sino que debemos continuar
en ella hasta el fin. Una de las palabras más importantes en la vida
cristiana y para el servicio cristiano es la palabra
continuar.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct26 (PUNTO) htm
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