Capítulo 27
El arrepentimiento
“Porque la 
tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay 
que arrepentirse” (2 Corintios 7.10).
Al estudiar 
este tema debemos recordar que el arrepentimiento es un requisito tan esencial 
como la fe para que la persona llegue a convertirse en un verdadero cristiano. 
El arrepentimiento fue el primer mensaje en el ministerio de Juan el Bautista 
(Mateo 3.2); el primer mensaje en el ministerio del Señor Jesucristo (Mateo 
4.17); el primer mensaje en el ministerio del Espíritu Santo por medio de Pedro 
(Hechos 2.38) y también ocupó un lugar prominente en las enseñanzas de los 
apóstoles. Esto debe ser una enseñanza continua de cada cristiano. “Dios (...) 
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 
17.30).
Lo 
que es el arrepentimiento
El 
arrepentimiento verdadero es un cambio de voluntad, de sentimientos, de actitud 
hacia el pecado y la justicia, y un cambio de corazón. Sin cambio no hay 
arrepentimiento, pues el arrepentimiento significa un cambio.
¿Qué es el 
arrepentimiento, y qué pasa cuando uno se arrepiente?
1.                 
Hay 
convicción
Una 
convicción genuina es el primer paso al arrepentimiento. Al escuchar el mensaje 
de Dios para nosotros, la convicción de que hemos hecho lo malo crece en 
nosotros. Esto fue lo que le sucedió a aquella gran multitud en el día de 
Pentecostés (Hechos 2) y también al carcelero en Filipos (Hechos 16). La 
conciencia (Romanos 2.15), el Espíritu Santo (Juan 16.8) con su espada y la 
palabra de Dios traen convicción al corazón humano.
2.                 
Hay tristeza según 
Dios
Aquí 
debemos señalar que no toda tristeza es “tristeza que es según Dios” (2 
Corintios 7.10). Muchas veces los que son culpables de algún crimen lloran y se 
lamentan como si se les partiera el corazón; pero es sólo porque sufren los 
resultados de su comportamiento, no porque están arrepentidos de su pecado. 
Judas Iscariote estaba tan triste que se ahorcó, pero no se arrepintió ni volvió 
a Cristo para recibir el perdón. Pablo, en 2 Corintios 7.10, habla de la 
“tristeza que es según Dios” y la “tristeza del mundo”. La primera “produce 
arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse”; la segunda 
“produce muerte”. Ningún hombre jamás se ha arrepentido genuinamente de 
cualquier pecado sin sentir una profunda tristeza. La persona que se arrepiente 
verdaderamente siente esta tristeza por haber pecado contra Dios y no porque fue 
descubierto su pecado.
3.                 
Hay 
confesión
Una 
sensación de vergüenza y humillación acompaña el verdadero arrepentimiento por 
el pecado, pero eso no impide que el pecador confiese sus pecados. Más bien, el 
que está verdaderamente arrepentido quiere confesar sus pecados para 
librarse de ellos (Proverbios 28.13). Los que se arrepienten de corazón obedecen 
este mandamiento: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros” (Santiago 5.16). Por 
lo general, cuanto menos deseo sienta la persona de confesar sus pecados, tanto 
menos arrepentido está su corazón. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y 
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 
1.9).
4.                 
Se deja el 
pecado
Balaam, 
Saúl y otros confesaron sus pecados, pero siguieron en los mismos tal y como si 
nunca los hubieran confesado. David, el hijo pródigo y otros también hicieron la 
misma confesión; pero ellos dejaron sus pecados y se volvieron al camino 
de la justicia. Los que realmente se arrepienten de corazón, no solamente 
confiesan sus pecados, sino que también los dejan. “Los que hemos muerto 
al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6.2).
5.                 
Hay 
restitución
¿Acaso es 
posible estar verdaderamente arrepentido por algún pecado sin querer hacer 
restitución? No. La restitución acompaña al verdadero arrepentimiento. La 
restitución quiere decir enmendar nuestras malas acciones para con los 
hombres. Zaqueo tuvo una actitud correcta cuando dijo: “Si en algo he defraudado 
a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19.8). Esta actitud de Zaqueo 
hizo que Cristo dijera: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lucas 
19.9).
6.                 
Hay un cambio de 
corazón
Un hombre 
puede cambiar algunas cosas en su vida, abandonar sus malos hábitos y todavía 
ser un pecador sin perdón. Incluso, él puede sentirse muy triste por lo que ha 
hecho, pero la Biblia dice que “la tristeza del mundo produce muerte” (2 
Corintios 7.10). Quizá él también haga restitución de su mal y viva una vida 
“buena”, pero su propia justicia es “como trapo de inmundicia” para Dios (Isaías 
64.6). Aunque todas las cosas ya mencionadas son elementos esenciales del 
arrepentimiento, es necesario tener un cambio de corazón para que la 
persona experimente el arrepentimiento verdadero. Cada vez que alguien se 
arrepiente verdaderamente va a experimentar un cambio de voluntad, un cambio de 
sentimientos y un cambio de actitud hacia el pecado y la justicia. En verdad, es 
un cambio de corazón.
Lo 
que no es el arrepentimiento
El 
arrepentimiento verdadero:
1.                 
No es solamente un cambio de 
mentalidad
Un borracho 
que deja su vicio porque le está perjudicando la salud continúa siendo un 
pecador. Es un pecador porque dejó su vicio por motivos personales y no porque 
se sintió condenado ante Dios. Él dejará de ser un pecador sólo si siente 
tristeza por su pecado según la voluntad de Dios y se arrepiente de corazón. 
Esta verdad se aplica a cualquier pecado. La pregunta más importante no es: ¿Ha 
cambiado usted de mentalidad? Sino, ¿por qué ha cambiado usted de 
mentalidad?
2.                 
No es solamente estar triste 
por los pecados que han sido cometidos
Judas y 
Pedro ambos se sintieron tristes por lo que habían hecho, pero sólo Pedro volvió 
al Señor para recibir perdón. La única tristeza por el pecado que pertenece al 
arrepentimiento verdadero es la que trae al pecador arrepentido a Dios para 
recibir perdón, dejar sus pecados y enmendar sus malas 
acciones.
3.                 
No es afiliarse a una 
iglesia
Algunos se 
afilian a una iglesia para poder seguir más fácil en el pecado sin ser juzgados 
por la gente. Afiliarse a una iglesia es bueno, si el candidato es justo ante 
Dios, pero no es un substituto del arrepentimiento.
4.                 
No es solamente confesar el 
pecado
Miles de 
personas, como Balaam, Saúl y Judas Iscariote, han confesado: “Yo he pecado...”, 
y han seguido pecando como antes. No hay virtud alguna en confesar los pecados, 
a menos que la confesión sea impulsada por una tristeza que es según Dios (2 
Corintios 7.10).
5.                 
No es meramente 
reformarse
Un hombre 
puede dejar todos sus malos hábitos y todavía apreciarlos en su corazón. Por eso 
decimos que el pecador necesita ser transformado.
Cosas que nos impulsan a arrepentirnos
1.                 
La bondad de 
Dios
En primer 
lugar, el arrepentimiento mismo es un don de Dios (2 Timoteo 2.25). En el plan 
de Dios para la salvación, el arrepentimiento es la parte que le corresponde al 
hombre. Sin embargo, nadie puede demandar ningún mérito para sí por haberse 
arrepentido, porque es la bondad de Dios la que nos guía al arrepentimiento 
(Romanos 2.4). Fue la bondad de Dios la que trajo a Cristo nuestro Salvador al 
alcance del hombre. Fue la bondad de Dios la que preservó intacta la Biblia 
después de siglos de esfuerzo por destruirla. Fue la bondad de Dios la que 
preservó nuestras propias vidas hasta que, por la gracia de Dios, entregamos 
nuestros corazones a él. Sí, es la bondad de Dios la que nos guía al 
arrepentimiento.
2.                 
Oír la verdad
“Así que la 
fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.17). ¿Cómo puede 
un hombre arrepentirse del pecado sin antes saber que es pecador? La predicación 
de la palabra de Dios en su plenitud es una obra muy necesaria para traer a los 
pecadores al arrepentimiento. Fue Natán quien le trajo a David el mensaje: “Tú 
eres aquel hombre” (2 Samuel 12.7) antes que David se arrepintiera. Fue por la 
predicación de Jonás que la gente de Nínive se arrepintió. Porque escucharon, se 
arrepintieron. En el día de Pentecostés tres mil personas fueron convertidas 
como resultado de la predicación de Pedro y los otros 
discípulos.
3.                 
El poder convincente del 
Espíritu Santo
Una de las 
misiones principales del Espíritu Santo es convencer al mundo de pecado (Juan 
16.8). El sentimiento de tristeza y el peso en el corazón del pecador antes de 
arrepentirse es el resultado de la obra del Espíritu Santo en su corazón y en su 
conciencia.
4.                 
Un conocimiento del 
pecado
No puede 
haber arrepentimiento de pecado hasta que el pecador esté consciente de su 
condición pecaminosa. Como resultado de la obra del Espíritu Santo, todo humano 
siente un vacío, un sentido de confusión de que algo le hace falta. Pero 
el pecador no puede arrepentirse sin saber qué es lo que está mal en su vida. 
Tiene que tener conocimiento del pecado antes de poder 
arrepentirse.
5.                 
El aborrecimiento del 
pecado
Una persona 
no se aparta del pecado mientras que el mismo le guste. El borracho a quien le 
encanta el licor, el hombre que se deleita en sus placeres pecaminosos, el 
fumador que está empedernido con su cigarro, el que sigue las modas y ama las 
atracciones de este mundo; todos son víctimas sin esperanza hasta que llegan 
hasta el punto de aborrecer los pecados que están cometiendo. El pecador que 
siente que no tiene esperanza, y como Job se aborrece a sí mismo y se arrepiente 
“en polvo y ceniza” (Job 42.6), se puede convencer fácilmente de su condición 
pecaminosa. Este pecador es más fácil de alcanzar para Dios que el que está 
ciego en cuanto a su condición pecaminosa a causa de su amor o deleite en su 
pecado. Es cuando uno está dispuesto a “aborreced lo malo” (Romanos 12.9) que 
está listo para seguir “lo bueno” (Romanos 12.9).
6.                 
Una fe verdadera en 
Dios
Esta es la 
fe que nos convence de que Dios es nuestro mejor amigo y que él desea lo mejor 
para nosotros. Es la fe que nos hace ver nuestra condición pecaminosa y nos 
enseña los resultados terribles del pecado. Es una fe que nos ayuda a conocer el 
error de nuestro pecado por medio de la convicción personal, y esta convicción 
trae contrición a nuestra alma y espíritu. Es la fe que toca nuestros corazones 
y los quebranta, y hace que nuestras almas clamen a Dios por liberación. Esto 
sucede solamente cuando la persona cree en Dios, pues nadie se arrepiente si no 
cree que lo que dice Dios es cierto.
7.                 
Recompensas y 
castigos
Nuestro 
motivo principal al servir a Dios no debe ser ni nuestro miedo ni nuestras 
ganancias personales. Sin embargo, no se puede negar que el temor al castigo de 
Dios muchas veces convence a los pecadores. Sin embargo, muchos pecadores mueren 
en sus pecados porque los pastores tienen miedo enseñarles a huir de la ira 
terrible que ha de venir.
Verdades fundamentales
1.                 
El arrepentimiento es un 
mandato
Dios 
(Hechos 17.30), Cristo (Mateo 4.17), Juan el Bautista (Mateo 3.2) y los 
apóstoles (Marcos 6.12; Hechos 2.38; 20.21), todos predicaron acerca del 
arrepentimiento y lo ordenaron como un mandamiento esencial en la fe cristiana. 
Dios mandó a que se enseñara acerca de esto “en todas las naciones” (Lucas 
24.47).
2.                 
Es esencial para la 
salvación
“Antes si 
no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13.3). Vale la pena 
destacar que unas de las primeras y últimas palabras dichas públicamente por 
Cristo mientras estuvo en la tierra fueron acerca del arrepentimiento (Mateo 
4.17; Lucas 24.47). Siendo que “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18.4), 
sabemos que un pecado en el alma significa muerte eterna. “Así que, arrepentíos 
y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 
3.19).
3.                 
Es la condición para la 
remisión de pecados
Cristo 
murió y resucitó a fin de “que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el 
perdón de pecados en todas las naciones” (Lucas 24.47). Una vez que nos 
arrepentimos de nuestros pecados entonces Dios estará dispuesto a borrarlos (1 
Juan 1.9). Pero no hay promesa de remisión de pecados a menos que nos 
arrepintamos de los mismos.
4.                 
Precede toda acción de gracia 
divina y toda ordenanza cristiana
Analice las 
siguientes citas de la Biblia: “El arrepentimiento y el perdón de pecados” 
(Lucas 24.47). “Arrepentíos (...) para que sean borrados vuestros pecados” 
(Hechos 3.19). El arrepentimiento precede a las demás ordenanzas, como se hace 
evidente en las palabras de Pedro: “Arrepentíos, y bautícese cada uno” (Hechos 
2.38). En vano se escudriñan las escrituras en busca de una cita bíblica que 
permita bautizar a los pecadores no arrepentidos, así como tampoco se encontrará 
alguna que apoye que se puede recibir perdón de pecados de los cuales no nos 
hayamos arrepentido.
5.                 
Más allá de poder 
arrepentirse
Los 
versículos más claros sobre este punto se encuentran en Hebreos 6.4–6: “Porque 
es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, 
y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena 
palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez 
renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de 
Dios y exponiéndole a vituperio”. Mientras que la blasfemia contra el Espíritu 
Santo es el único pecado que no puede ser perdonado (Mateo 12.31–32), estos 
versículos en Hebreos nos advierten que es peligroso jugar con la gracia de 
Dios.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct27 (PUNTO) htm
.png)
.png)
.png)
.png)
.png)
.png)
.png)
.png)
.png)

.png)
.png)
.png)

.png)

.png)




.png)
.png)
.png)
.png)
.png)






No hay comentarios:
Publicar un comentario