El reino de las tinieblas
Con 
relación a la condición del universo antes que Dios creara la luz la Biblia 
dice: “Y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1.2). Pero no 
nos estamos refiriendo a estas tinieblas en estos capítulos, sino que nos 
referimos a las tinieblas espirituales, las obras de Satanás y sus 
huestes.
La Biblia 
nos dice que la verdad y la justicia son como la luz, mientras que se refiere al 
pecado y sus consecuencias como las tinieblas. Las tinieblas naturales que 
existen donde no hay luz simbolizan las tinieblas indecibles que existen donde 
el rostro de Dios no arroja su luz.
El príncipe 
de las tinieblas es Satanás. Él es el autor del pecado, el padre de mentiras, el 
dios de este siglo, el enemigo de toda justicia.
Los ángeles 
caídos, juntos con su jefe, son los instigadores y promulgadores del reino de 
las tinieblas. Ellos están condenados a pasar la eternidad en las tinieblas de 
afuera que Dios preparó para ellos (Mateo 25.30).
Las almas 
perdidas son las víctimas miserables del reino de las tinieblas. Ellas viven 
“sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2.12) y están en el camino 
ancho, rumbo a la destrucción perpetua. Éstas completan el cuadro oscuro de lo 
que queremos estudiar más a fondo en los próximos capítulos. Teniendo un corazón 
malo de incredulidad los incrédulos trabajan juntos con el diablo y sus ángeles 
en un gran esfuerzo para destruir las almas de los hombres.
Este cuadro 
oscuro, sin embargo, es sólo el principio de los sufrimientos. Por el pecado que 
cometemos aquí en la tierra habrá un castigo en la eternidad, si no nos 
arrepentimos. El pecado en la tierra, por tan oscuro y triste que sea, es sólo 
una muestra de la miseria, la desesperación, la indescriptible tortura y la 
aflicción que habrá en las tinieblas de afuera donde el diablo y todos sus 
seguidores pasarán la eternidad. Esta es una escena oscura y horrible, pero 
damos gracias a Dios que él nos ha provisto una vía de escape por medio de su 
infinita misericordia.
CAPÍTULO 20
El diablo, Satanás
“Porque vuestro 
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien 
devorar” (1 Pedro 5.8).
“Y no es 
maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 
11.14).
Antes de 
comenzar este estudio sobre el terrible y vil destructor de las almas, pidámosle 
al Señor en oración que nos ayude a comprender la naturaleza del diablo y que la 
gracia de Dios nos ayude en todo tiempo a estar libres de su 
poder.
Su 
personalidad
Este 
adversario que realmente existe no es sólo una mala influencia o una tendencia 
negativa que actúa en el hombre. Satanás tiene una personalidad propia, así como 
Dios y el hombre también la tienen. En los días de Job, Satanás vino junto con 
los hijos de Dios cuando se presentaron delante de Dios (Job 1.6–12). El diablo 
contendió con el arcángel Miguel por el cuerpo de Moisés (Judas 9). También él 
tentó a Cristo en el desierto (Mateo 4.1–11).
Mientras 
más temprano los hombres reconozcan que el diablo existe tanto mejor será para 
su bienestar presente y eterno. La misión del diablo es engañar y extraviar a 
los hombres, impedir que se lleve a cabo el plan de Dios para la restauración de 
los hombres caídos y privarles de la entrada a la presencia de Dios en la 
gloria.
Su 
morada
La Biblia 
dice que el diablo rodea la tierra y anda por ella (Job 1.7) “como león 
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5.8). Es el 
“príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2.2), “el dios de este siglo” (2 
Corintios 4.4) y “el príncipe de este mundo” (Juan 14.30).
La meta del 
diablo es entrar en los corazones de los hombres con el objetivo de corromper y 
destruir su alma. Con razón se ha dicho que el lugar principal de la morada de 
Satanás está a dos metros de la superficie de la tierra. La palabra de Dios 
habla frecuentemente de como Satanás habita en los corazones de los hombres 
pecaminosos. La Biblia no dice dónde mora el diablo específicamente, pero sí nos 
da a entender que la tierra es el escenario de sus actividades actuales. También 
se nos informa que el infierno será su morada eterna (Mateo 25.41; Apocalipsis 
20.10).
Su 
origen
La Biblia 
no explica concretamente de dónde vino Satanás, cómo fue creado ni cómo llegó a 
convertirse en el diablo. Sin embargo, aparecen algunas citas bíblicas que 
hablan un poco acerca del tema. No hay dudas que Dios creó “todas las cosas” 
incluyendo al ser que más tarde llegó a convertirse en el diablo (Génesis 1.2; 
Juan 1.3). Pero cuando Dios creó a Lucero (Isaías 14.12), lo creó un ángel 
santo. Después que este ángel cayó en pecado debido a su orgullo fue expulsado 
de los cielos junto con una multitud de “ángeles que no guardaron su dignidad” 
(Judas 6). A partir de aquel momento el diablo ha estado haciendo su trabajo 
destructor sobre la tierra.
¿Por qué 
Dios permitió tal cosa? Dios quería que los ángeles le sirvieran por decisión 
propia, voluntariamente. Para que su sujeción fuera voluntaria tuvieron que 
tener la capacidad de aceptar o rechazar a Dios. ¿Cómo se originó el mal en el 
ambiente tan puro de los cielos? No hay nadie bueno, sino Dios. Los ángeles que 
rechazaron a Dios rechazaron la única fuente de bondad y santidad, llegando a 
convertirse en seres malignos.
Sus atributos
Los nombres 
que la Biblia le da al diablo revelan sus atributos y propósitos. Sus nombres 
más comunes son:
·        El 
diablo, adversario de Dios y del hombre (1 Pedro 
5.8).
·        Satanás, acusador y calumniador de los 
hijos de Dios (Apocalipsis 12.9–10). Satanás es quien difama de Dios ante el 
hombre (Génesis 3.1–6) y del hombre ante Dios (Job 1.9; 2.4).
·        Beelzebú, “príncipe de los demonios” 
(Mateo 12.24) y el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 
2.2).
·        Belial, sin valor, destructor y sin ley 
(2 Corintios 6.15).
·        Apolión, “el destructor”, el ángel del 
abismo (Apocalipsis 9.11).
·        El 
dragón, monstruo que busca entrar en el corazón 
humano en toda oportunidad (Apocalipsis 20.2).
·        El 
dios de este siglo, príncipe de este mundo que ciega 
“el entendimiento de los incrédulos” (2 Corintios 4.4).
Además, se 
le conoce como un cazador (Salmo 91.3), un sembrador de cizaña (Mateo 13.25, 
28), una serpiente (Apocalipsis 12.9), un lobo (Juan 10.12), un león rugiente (1 
Pedro 5.8) y uno que se disfraza de ángel de luz (2 Corintios 
11.14).
Satanás es 
atrevido (Job 1.6), orgulloso (1 Timoteo 3.6), maligno (1 Juan 2.13), insinuador 
(Job 1.9), astuto (Génesis 3.l), engañoso (2 Corintios 11.14), feroz (Lucas 
8.29; 9.39, 42), homicida y mentiroso (Juan 8.44).
Los vicios 
perversos y las características destructivas y diabólicas de los hombres 
pecaminosos nos revelan lo vil y detestable que es el príncipe de los ángeles 
malos, el diablo.
Su 
modo de trabajar
A pesar de 
lo que ya hemos dicho del diablo, y contrario a lo que muchos se lo imaginan, él 
tiene una personalidad muy atractiva. A menudo se le describe como un monstruo 
horrible con una cola larga, una lengua hendida, una mueca infernal y una 
horquilla en la mano. Aunque estas características puedan describir su 
perversidad, normalmente él no se presenta así ante los hombres. Más bien se 
aparece con una personalidad atractiva, con palabras suaves y dulces. Hasta se 
disfraza como un ángel de luz.
1.                 
Como un ángel de 
luz
El diablo 
se le apareció a Eva en el Huerto de Edén como ángel de luz, convenciéndola que 
él tenía algo que ofrecerle a ella que era mejor que cualquier cosa que ella 
gozaba. Él está todavía usando este mismo tipo de engaño en la actualidad y 
muchos de sus seguidores son hábiles en el arte de engañar. Ellos tratan de 
hacer creer que la religión verdadera de Jesucristo es algo que le roba la 
libertad a la gente y los restringe a una vida de sinsabores y opresión. Los 
seguidores del diablo dicen que lo que ellos ofrecen trae libertad y que es una 
senda de luz más sublime, la única manera digna de vivir. Satanás es el príncipe 
y líder de este engaño, el gran experto en este trabajo malvado (Génesis 3.1–6; 
Efesios 5.3–6). Este ángel de luz primeramente atrae a los hombres, luego los 
engaña, los ciega y al fin los destruye.
2.                 
Un león 
rugiente
El león 
rugiente anda buscando su víctima. Así también lo hace el diablo. Bajo la 
dirección de Satanás el deportista se convierte en un jugador, el que busca 
placeres llega a ser un libertino, el bebedor se transforma en un borracho y el 
escéptico termina siendo un ateo. Como un ángel de luz el diablo induce a los 
hombres a jugar con el pecado; luego, como un león rugiente, él lleva a cabo su 
obra. El aumento actual de los índices de criminalidad es el rugir del león 
fuerte: el contrabando, la inmoralidad, el homicidio, las “guerras y rumores de 
guerras”, las huelgas laborales, etc. No obstante, por todo esto hay un susurro 
calmante, un llamado tranquilizador que dice: “El mundo está mejorando”, 
“estamos despertándonos a una era de mayor entendimiento”.
El 
fin
El fin de 
todo esto es el despojo del mundo y la ruina de las almas. Todo esto culminará 
en el fin del tiempo, cuando Satanás junto a todas sus huestes serán lanzados al 
lago de fuego donde “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos” 
(Apocalipsis 14.11). Como príncipe de demonios, jefe de pecadores y gran enemigo 
de todo lo que es bueno y bendito, Satanás será el que más sufrirá en este lugar 
preparado para él y para sus ángeles.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct20 (PIUNTO) htm

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