La doctrina de Dios
El ser
infinito, Dios, se describe solamente con palabras que hablan acerca de lo
infinito: Sus dominios son inmensurables, su sabiduría es insondable,
sus riquezas son inescrutables, sus caminos son inescudriñables
y su grandeza sobrepasa toda comparación. No podemos comprender a
Dios; sólo podemos exclamar como el salmista: “Desde el siglo y hasta el siglo,
tú eres Dios”.
Este Dios
único y eterno se ha revelado al hombre. Y es sólo por medio de la revelación de
este Dios infinito que el hombre finito puede entender el propósito del universo
y de su propia existencia. El incrédulo, que no conoce a Dios, y que, por tanto,
se enorgullece de sus teorías, está enredado en su propia ignorancia, misticismo
y superstición. El Hijo de Dios es el único que puede entender al Dios viviente
y sus obras maravillosas.
Hay muchas
evidencias que demuestran que existe un ser supremo. La creación muestra
claramente que hay un ser infinito que todo lo sabe y todo lo puede. Él es
sobrenatural, sobrehumano, sin principio y sin fin; es un Creador muy amoroso
que no tiene las limitaciones que tienen las criaturas que él mismo creó. La
existencia de la naturaleza es un milagro que demuestra que en realidad existe
un Hacedor de milagros. El hombre puede entender el origen de todo esto sólo por
medio de lo que ha dicho el que creó todas las cosas y tiene todo poder. A este
ser le llamamos “Dios”.
Capítulo 1
Dios, su ser y sus atributos
“Engrandeced a
Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre” (Salmo 34.3).
El alma del
adorador se llena de reverencia al encontrarse en la presencia del ser infinito
llamado Dios. Él es altísimo y santo, poderoso y glorioso, incomparable y
admirable en todas sus obras grandiosas. Él es perfecto en sabiduría y amor, e
infinito en poder. El ser humano nunca comprenderá su grandeza. Sin embargo,
Dios es tan amigable y está tan cercano a nosotros que la persona más humilde
puede tenerlo como un compañero diario y su amigo más íntimo. Al conocerlo
íntimamente le adoramos, le alabamos y reconocemos su derecho a decirnos: “Estad
quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46.10).
El conocimiento de
Dios
Nuestro
primer conocimiento de Dios viene de la declaración que aparece en Génesis 1.1:
“En el principio creó Dios...” Esto se refiere al tiempo cuando Dios creó todas
las cosas. Pero este no fue el principio de él, pues Dios es sin principio y sin
fin.
Dios es un
ser real tal y como lo es el hombre. Nosotros podemos afirmar esto porque
sabemos que el hombre fue creado a la imagen de Dios. Dios tiene una
personalidad así como la tiene el hombre.
Dios se
manifiesta a sus hijos en varias maneras: en la Biblia, en la naturaleza y en la
obra de Dios en los corazones de sus hijos. Y Jesucristo, el Verbo hecho carne,
es Dios con nosotros. Además, existen pruebas de la existencia de un Dios
supremo en la naturaleza, en la conciencia del hombre y en las leyendas
trasmitidas de generación en generación desde las civilizaciones antiguas.
Siendo así, nadie puede poner excusa de no conocer a Dios. (Lea Romanos
1.20–32.)
Nombres de
Dios
Dios se
manifiesta por medio de varios nombres. Los dos nombres más comunes en las
escrituras hebreas son Elohim (generalmente traducido “Dios”) y
Jehová. El nombre Elohim denota su posición como Creador y expresa
la idea de poder, dominio y autoridad suprema. El nombre Jehová significa
“él que es”. Dios dio este nombre a su pueblo escogido y en su relación con
ellos siguió revelando el significado del mismo. Él se manifestó como el sanador
(Éxodo 15.26) y Jehová-salom, o sea, el que es paz (Jueces 6.24). En
verdad él se manifestó como el que es todo lo que a mi pueblo me hace falta (lea
Salmo 62.5–8).
Según los
historiadores cuando el nombre Jehová fue dado entre los judíos, ellos se
sintieron tan impresionados por su santidad que lo usaban con muy poca
frecuencia por lo que su pronunciación fue olvidada. En la actualidad los que
temen a Dios siempre pronuncian cualquiera de sus nombres con reverencia y
adoración. Tomar el nombre de Dios en vano es completamente desconocido en los
labios del verdadero hijo de Dios.
En la
Biblia encontramos otros nombres de Dios que expresan una acción o
característica de Dios. Veamos algunos de ellos: “Dios omnipotente” (Éxodo 6.3);
“Altísimo” (Números 24.16); “Dios viviente” (Deuteronomio 5.26); “Dios del
cielo” (Esdras 5.11); “Santo” (Job 6.10); “Dios de los ejércitos” (Salmo 80.7);
“Santo de Israel” (Isaías 1.4.); “Jehová de los ejércitos” (Jeremías 9.15); “Rey
de reyes” (Mateo 6.15); “Señor de los ejércitos” (Romanos 9.29); “Padre de las
luces” (Santiago 1.17); “Señor de Señores” (Apocalipsis 17.14). Al estudiar los
nombres de la Deidad vemos una descripción de su grandeza y
santidad.
Evidencias de la
existencia de Dios
Para la
persona que quiere recibir la verdad, y medita en ella, las evidencias de la
existencia de Dios son muchas. Aquí les presentamos algunas:
1.
La naturaleza habla de un
principio
La hoja de
un árbol brota de la rama, la rama del tronco, el tronco de la raíz y la raíz de
la semilla. Entonces, ¿de dónde procede la semilla? La misma procede de otra
planta. Cuando buscamos el origen de la semilla al final llegamos a la primera
semilla y nos preguntamos: ¿De dónde vino la primera semilla? De la misma
manera, cuando nos fijamos en los cielos estrellados, la tierra, el mar y todo
lo que en ellos hay, surge la pregunta inevitable: ¿Quién lo hizo? ¿Qué
originó la materia, la vida, las especies y el hombre? Indudablemente tuvo que
haber un Creador. Este Creador es Dios. Él es sin principio y sin fin, y por el
aliento de su boca y su poder infinito creó todas las cosas visibles e
invisibles. Es más razonable creer esto que creer que todas estas cosas existen
por mera casualidad. “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y
deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo
entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos
1.20).
2.
La naturaleza habla de un
Creador todopoderoso y sabio
Existen
muchas preguntas acerca de la naturaleza que ningún ateo jamás ha podido
contestar. Por ejemplo, hay una ley natural que hace que los cuerpos se dilaten
por el calor y se contraigan por el frío. Una excepción a esta ley se puede
observar en el agua. Cuando el agua se congela, se dilata. De modo que el hielo
se forma en la superficie de las aguas en lugar de sumergirse al fondo. De esta
forma los ríos y lagos no llegan a ser una masa sólida de hielo que no podría
derretirse en un solo verano. ¿Quién diseñó esta excepción? ¿Será capricho de la
naturaleza? ¿Cómo uno puede explicarse por qué la tierra abunda de provisiones
para los hombres y los animales? ¿Quién nos ha podido explicar alguna vez el
origen de órganos tan delicados como el cerebro, la circulación, el sentido de
la vista, del oído, del olfato y del gusto? Y ¿qué de sus propias localizaciones
en el cuerpo y la manera en que se relacionan unos con otros? Esto no se pudiera
explicar a menos que reconozcamos la existencia de un Diseñador omnisciente,
quien los formó según su entendimiento infinito. Hay muchas otras preguntas que
incluso el hombre más educado y sabio no ha podido contestar razonablemente sin
suponer la existencia de un ser supremo.
3.
La creencia en un ser supremo
es universal
A cualquier
parte de este mundo donde vaya un misionero, aun a las tierras más lejanas y
paganas, se encontrará con personas que reconocen la existencia de un ser
supremo. ¿Qué son los ídolos sino falsificaciones del Dios vivo? Los
mahometanos, los indostanos, los budistas y muchos otros que adoran en varias
formas son todos adoradores de algún ser que consideran sobrehumano. Para todos
es conocido que aun los ateos en tiempos de conflictos y peligros invocan el
nombre de Dios. Aquel hombre que introdujo su argumento diciendo: “Doy gracias a
Dios que soy ateo” es sólo un ejemplo.
Volviendo
nuevamente a Romanos 1.20, vemos que la causa de esto radica en que Dios ha
fijado la verdad de su existencia en las mentes y las conciencias de todo ser
humano. Existe algo en lo más profundo de nuestros corazones a lo cual Dios
apela y muchas veces logra alcanzar en nosotros. Es por ello que Dios toca al
corazón del impío para convencerlo de su condición y salvarlo.
4.
El hecho irrefutable de que el autor de la
Biblia es sobrehumano
En nuestro
capítulo sobre la Biblia hemos tratado este tema de una forma más
extensa.
5.
La experiencia personal del pueblo de
Dios
La
experiencia incluye cosas tales como el disfrute pleno de vidas limpias de
pecado, las transformaciones en la personalidad, el gozo del Señor en el alma y
las oraciones contestadas. El hijo de Dios que ha experimentado estas cosas
puede citar acontecimientos de su propia vida y decir positivamente: “Yo estoy
convencido de que Dios existe”. Usted no tiene que desanimarse si no conoce
todos los elementos y evidencias que demuestran la existencia de Dios.
Simplemente por medio de las evidencias de la salvación, efectuada en su alma
por el Dios verdadero, usted puede demostrarles a los incrédulos que Dios sí
existe.
Este ser
maravilloso, cuya influencia se ve en todas partes y en todos los aspectos de
sus obras, llega a ser más precioso para nosotros cuando estudiamos sus
atributos en su palabra.
Los atributos de
Dios
1.
Dios es
eterno
Este
atributo lo vemos en expresiones tales como: “el eterno Dios” (Deuteronomio
33.27); “Jehová Dios eterno” (Génesis 21.33); “desde la eternidad y hasta la
eternidad” (Salmo 103.17); y, “por los siglos de los siglos” (Apocalipsis
11.15). Además, vemos esto en Génesis 1.1 donde Dios se muestra como un ser
activo y creativo “en el principio”. Dios no es gobernado por el tiempo como sus
criaturas.
2.
Dios es
inmutable
“Yo Jehová
no cambio” (Malaquías 3.6) es la declaración hecha de su propia boca. Aunque
Dios cambia sus métodos conforme a las diferentes situaciones que se presentan,
y en varias ocasiones ha entrado en pactos nuevos con los hombres, él mismo
nunca ha cambiado. Su verdad existe “por todas las generaciones” (Salmo 100.5).
(Lea Santiago 1.17.) “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”
(Hechos 13.8). “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”
(Salmo 119.89).
3.
Dios es
omnipotente
Es decir,
Dios es todopoderoso. El mismo Dios que en el principio dijo las palabras y
fueron creados los cielos y la tierra ahora extiende su brazo fuerte y hace
temblar la tierra por medio de huracanes, terremotos y volcanes. Este mismo Dios
enviará desde los cielos a su Hijo, y un nuevo orden aparecerá (2 Pedro
3.10–13). La majestad y la grandeza de su poder son anunciadas elocuentemente
por boca del profeta (Isaías 40.12–17). (Lea Génesis 17.1; Apocalipsis 19.6.) El
mismo Dios que creó los cielos y la tierra es quien sostiene todas las cosas en
la palma de su mano y hasta las naciones más poderosas son nada en comparación
con su poder.
4.
Dios es
omnisciente
Para Dios
no hay límite en sabiduría y conocimiento porque él sabe todas las cosas. “Los
ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos”
(Proverbios 15.3). Dios sabía, incluso desde antes de la creación del mundo, que
el hombre iba a pecar. Por eso él concibió el plan divino de la salvación y
preparó un reino para la gloria eterna de su pueblo. La Biblia está llena de
evidencias que demuestran que su Autor sabe todas las cosas: el pasado, el
presente y el futuro (1 Reyes 8.39; Ezequiel 11.5; Mateo
10.30).
5.
Dios es
omnipresente
“¿A dónde
me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los
cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú
estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me
guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me
encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí” (Salmo 139.7–11).
Teniendo en cuenta que los ojos de Dios están en todas partes, que nada se puede
esconder de su vista y que él sabe aun los pensamientos más íntimos y las
intenciones del corazón (Hebreos 4.12), debemos adorar a Dios en todo tiempo con
santa devoción y nunca guardar el mal en nuestros corazones. (Lea 2 Crónicas
6.18.)
6.
Dios es
justo
“Los
juicios de Jehová son verdad, todos justos” (Salmo 19.9). “Justo eres tú, oh
Jehová, y rectos tus juicios” (Salmo 119.137). Nadie debe temer que no va a
recibir justicia de parte de Dios porque él es perfecto en justicia, así como lo
es en sus misericordias. Su palabra enseña su justicia y la misma está presente
en todas sus obras.
7.
Dios es
fiel
“Fiel es
Dios” (1 Corintios 10.13). Éste es sólo uno de los pasajes bíblicos que afirma
la fidelidad de Dios. Él ha hecho miles de promesas y nunca ha dejado de
cumplirlas. Sus pactos con el hombre pecaminoso son una evidencia incuestionable
de la fidelidad de Dios. Damos gracias a Dios que en cualquier tiempo podemos
acercarnos a él con confianza y sentirnos seguros de que “[su] palabra es
verdad” (Juan 17.17).
8.
Dios es
incompresible
Los hombres
más sabios, más cultos, más eruditos y los más hábiles se enfrentan a muchas
situaciones en la vida en las que tienen que confesar: “Yo no sé”. Zofar, por
ejemplo, hizo una pregunta muy apropiada cuando preguntó: “¿Descubrirás tú los
secretos de Dios?” (Job 11.7). Nos rodean muchos misterios que la mente humana
no puede comprender. Muchos hombres que han pasado toda su vida escudriñando la
palabra de Dios han confesado que apenas han empezado. No es difícil llegar a
conocer a Dios. Sin embargo, es imposible que el hombre alcance el límite del
conocimiento acerca de todo lo que Dios es, dice o hace. El apóstol Pablo, quien
quizá escudriñó las cosas de Dios más que cualquier otro hombre, aun después que
fue “arrebatado hasta el tercer cielo” y oyó cosas “que no le es dado al hombre
expresar”, dio este testimonio: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría
y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus
caminos!” (Romanos 11.33).
9.
Dios es sencillo
A pesar de
todo lo que se puede decir acerca de la incomprensibilidad de Dios, la sencillez
es una de sus características más sobresalientes. Esto se ve en todas las obras
de sus manos. Aunque ningún ser humano puede saber todo acerca de él, cada ser
racional puede llegar a conocer algo; lo suficiente para animarlo a continuar
estudiando la Biblia, trabajando y regocijándose al aprender más de la verdad
divina. La Biblia es un modelo de pensamientos sencillos y profundos, y las
personas que son una viva imagen de Dios son reconocidas por su sencillez y
humildad.
10.
Dios es
benigno
Las
evidencias de la benignidad de Dios están en todas partes. Es “su benignidad”
(Romanos 2.4) la que nos guía al arrepentimiento. Es su benignidad lo que hizo
posible que el hombre caído pudiera ser restaurado al favor divino. En muchas
maneras, la paciencia y la bondad de Dios confirman las palabras del salmista:
“Bueno es Jehová para con todos” (Salmo 145.9).
11.
Dios es
misericordioso
La
benignidad y la misericordia de Dios son inseparables. “La misericordia de
Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad” (Salmo 103.17). Este
versículo muestra que no hay límite para la bondad de Dios. Y lo que los hombres
consideran como “tardanza” por parte de él, no es otra cosa que la manifestación
de su paciencia “para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca” (2 Pedro
3.9). Su misericordia, como sus demás atributos, es perfecta; sin límites ni
defecto.
12.
Dios es
imparcial
La
imparcialidad y la misericordia de Dios concuerdan en una bella armonía. Cuando
el joven rico le preguntó a Jesús acerca del camino de la vida, Jesús le mostró
claramente lo que lo condenaba. Y así mismo él lo hace con todos nosotros.
Además, podemos apreciar la imparcialidad y la misericordia de Dios cuando él
sacó del huerto al hombre pecaminoso. El hombre no podía comer del árbol de la
vida y vivir eternamente en su estado pecaminoso. Los pecadores que desprecian
la misericordia de Dios con el tiempo tendrán que hacerle frente a la justicia
de Dios en la eternidad. Dios es Autor de leyes justas, las cuales se aplican
igualmente a todo ser humano, porque “Dios no hace acepción de personas” (Hechos
10.34).
13.
Dios es
amor
“El que no
ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4.8). El amor de Dios
para con la humanidad caída es tan grande que dio a su Hijo unigénito para
rescatarnos de la perdición (Juan 3.16). El apóstol Pablo dice: “Mas Dios
muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros” (Romanos 5.8). ¡Qué amor tan sin igual y precioso! La historia
completa de la relación de Dios con los hombres caídos se resume en tres
palabras: “Dios es amor”.
Pensamos
tanto en el amor de Dios que algunas veces se nos olvida que una manifestación
de su amor es el odio con que él aborrece lo malo. Él aborrece lo malo
con la misma intensidad que ama lo bueno. Él se manifiesta como un Dios
celoso, que visita “la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que [lo] aborrecen” (Éxodo 20.5). En Proverbios 6.16–19
notamos siete cosas específicas que el Señor aborrece. Él aborrece todos los
malos caminos y todas las formas de iniquidad. Para poder amar
apasionadamente todo lo que es bueno, justo y santo se tiene que
aborrecer ardientemente la iniquidad.
14.
Dios es
santo
El serafín
que se le apareció a Isaías dio voces, diciendo: “Santo, santo, santo, Jehová de
los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6.3). Diecinueve
veces este mismo profeta se refiere al Dios de los cielos y de la tierra como
“el Santo”. Cuando tenemos en cuenta su justicia, amor, pureza, fidelidad,
bondad, gracia y gloria maravillosa, esto nos prepara para recibir su
amonestación: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.16). La santidad de
Dios debe ser buscada y procurada por todos sus hijos.
Aquí
concluimos, no por haber nombrado todos los atributos de Dios, sino porque hemos
nombrado lo suficiente para recordarnos de su grandeza infinita, su bondad, su
poder y su gloria majestuosa. Bendito, para siempre bendito, sea su santo
nombre.
Ninguna de
las criaturas de Dios puede poseer los atributos de Dios que pertenecen a su
infinidad, como su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia. Dios es el único
que las posee. Sin embargo, los atributos morales, como la santidad, la
benignidad, la justicia y la pureza él los ha encargado a todo su pueblo para
que por medio de los mismos nosotros podamos resplandecer a la imagen de Dios.
De modo que para sus hijos uno de los pensamientos más consoladores es que en el
futuro seremos “como él es”.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct1 (PUNTO) html
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