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miércoles, 10 de abril de 2013

La doctrina de Dios / Dios, su ser y sus atributos



Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct1 (PUNTO) htm



La doctrina de Dios

El ser infinito, Dios, se describe solamente con palabras que hablan acerca de lo infinito: Sus dominios son inmensurables, su sabiduría es insondable, sus riquezas son inescrutables, sus caminos son inescudriñables y su grandeza sobrepasa toda comparación. No podemos comprender a Dios; sólo podemos exclamar como el salmista: “Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”.

Este Dios único y eterno se ha revelado al hombre. Y es sólo por medio de la revelación de este Dios infinito que el hombre finito puede entender el propósito del universo y de su propia existencia. El incrédulo, que no conoce a Dios, y que, por tanto, se enorgullece de sus teorías, está enredado en su propia ignorancia, misticismo y superstición. El Hijo de Dios es el único que puede entender al Dios viviente y sus obras maravillosas.

Hay muchas evidencias que demuestran que existe un ser supremo. La creación muestra claramente que hay un ser infinito que todo lo sabe y todo lo puede. Él es sobrenatural, sobrehumano, sin principio y sin fin; es un Creador muy amoroso que no tiene las limitaciones que tienen las criaturas que él mismo creó. La existencia de la naturaleza es un milagro que demuestra que en realidad existe un Hacedor de milagros. El hombre puede entender el origen de todo esto sólo por medio de lo que ha dicho el que creó todas las cosas y tiene todo poder. A este ser le llamamos “Dios”.



Capítulo 1

Dios, su ser y sus atributos

“Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre” (Salmo 34.3).

El alma del adorador se llena de reverencia al encontrarse en la presencia del ser infinito llamado Dios. Él es altísimo y santo, poderoso y glorioso, incomparable y admirable en todas sus obras grandiosas. Él es perfecto en sabiduría y amor, e infinito en poder. El ser humano nunca comprenderá su grandeza. Sin embargo, Dios es tan amigable y está tan cercano a nosotros que la persona más humilde puede tenerlo como un compañero diario y su amigo más íntimo. Al conocerlo íntimamente le adoramos, le alabamos y reconocemos su derecho a decirnos: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46.10).

El conocimiento de Dios

Nuestro primer conocimiento de Dios viene de la declaración que aparece en Génesis 1.1: “En el principio creó Dios...” Esto se refiere al tiempo cuando Dios creó todas las cosas. Pero este no fue el principio de él, pues Dios es sin principio y sin fin.

Dios es un ser real tal y como lo es el hombre. Nosotros podemos afirmar esto porque sabemos que el hombre fue creado a la imagen de Dios. Dios tiene una personalidad así como la tiene el hombre.

Dios se manifiesta a sus hijos en varias maneras: en la Biblia, en la naturaleza y en la obra de Dios en los corazones de sus hijos. Y Jesucristo, el Verbo hecho carne, es Dios con nosotros. Además, existen pruebas de la existencia de un Dios supremo en la naturaleza, en la conciencia del hombre y en las leyendas trasmitidas de generación en generación desde las civilizaciones antiguas. Siendo así, nadie puede poner excusa de no conocer a Dios. (Lea Romanos 1.20–32.)

Nombres de Dios

Dios se manifiesta por medio de varios nombres. Los dos nombres más comunes en las escrituras hebreas son Elohim (generalmente traducido “Dios”) y Jehová. El nombre Elohim denota su posición como Creador y expresa la idea de poder, dominio y autoridad suprema. El nombre Jehová significa “él que es”. Dios dio este nombre a su pueblo escogido y en su relación con ellos siguió revelando el significado del mismo. Él se manifestó como el sanador (Éxodo 15.26) y Jehová-salom, o sea, el que es paz (Jueces 6.24). En verdad él se manifestó como el que es todo lo que a mi pueblo me hace falta (lea Salmo 62.5–8).

Según los historiadores cuando el nombre Jehová fue dado entre los judíos, ellos se sintieron tan impresionados por su santidad que lo usaban con muy poca frecuencia por lo que su pronunciación fue olvidada. En la actualidad los que temen a Dios siempre pronuncian cualquiera de sus nombres con reverencia y adoración. Tomar el nombre de Dios en vano es completamente desconocido en los labios del verdadero hijo de Dios.

En la Biblia encontramos otros nombres de Dios que expresan una acción o característica de Dios. Veamos algunos de ellos: “Dios omnipotente” (Éxodo 6.3); “Altísimo” (Números 24.16); “Dios viviente” (Deuteronomio 5.26); “Dios del cielo” (Esdras 5.11); “Santo” (Job 6.10); “Dios de los ejércitos” (Salmo 80.7); “Santo de Israel” (Isaías 1.4.); “Jehová de los ejércitos” (Jeremías 9.15); “Rey de reyes” (Mateo 6.15); “Señor de los ejércitos” (Romanos 9.29); “Padre de las luces” (Santiago 1.17); “Señor de Señores” (Apocalipsis 17.14). Al estudiar los nombres de la Deidad vemos una descripción de su grandeza y santidad.

Evidencias de la existencia de Dios

Para la persona que quiere recibir la verdad, y medita en ella, las evidencias de la existencia de Dios son muchas. Aquí les presentamos algunas:

1. La naturaleza habla de un principio

La hoja de un árbol brota de la rama, la rama del tronco, el tronco de la raíz y la raíz de la semilla. Entonces, ¿de dónde procede la semilla? La misma procede de otra planta. Cuando buscamos el origen de la semilla al final llegamos a la primera semilla y nos preguntamos: ¿De dónde vino la primera semilla? De la misma manera, cuando nos fijamos en los cielos estrellados, la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, surge la pregunta inevitable: ¿Quién lo hizo? ¿Qué originó la materia, la vida, las especies y el hombre? Indudablemente tuvo que haber un Creador. Este Creador es Dios. Él es sin principio y sin fin, y por el aliento de su boca y su poder infinito creó todas las cosas visibles e invisibles. Es más razonable creer esto que creer que todas estas cosas existen por mera casualidad. “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1.20).

2. La naturaleza habla de un Creador todopoderoso y sabio

Existen muchas preguntas acerca de la naturaleza que ningún ateo jamás ha podido contestar. Por ejemplo, hay una ley natural que hace que los cuerpos se dilaten por el calor y se contraigan por el frío. Una excepción a esta ley se puede observar en el agua. Cuando el agua se congela, se dilata. De modo que el hielo se forma en la superficie de las aguas en lugar de sumergirse al fondo. De esta forma los ríos y lagos no llegan a ser una masa sólida de hielo que no podría derretirse en un solo verano. ¿Quién diseñó esta excepción? ¿Será capricho de la naturaleza? ¿Cómo uno puede explicarse por qué la tierra abunda de provisiones para los hombres y los animales? ¿Quién nos ha podido explicar alguna vez el origen de órganos tan delicados como el cerebro, la circulación, el sentido de la vista, del oído, del olfato y del gusto? Y ¿qué de sus propias localizaciones en el cuerpo y la manera en que se relacionan unos con otros? Esto no se pudiera explicar a menos que reconozcamos la existencia de un Diseñador omnisciente, quien los formó según su entendimiento infinito. Hay muchas otras preguntas que incluso el hombre más educado y sabio no ha podido contestar razonablemente sin suponer la existencia de un ser supremo.

3. La creencia en un ser supremo es universal

A cualquier parte de este mundo donde vaya un misionero, aun a las tierras más lejanas y paganas, se encontrará con personas que reconocen la existencia de un ser supremo. ¿Qué son los ídolos sino falsificaciones del Dios vivo? Los mahometanos, los indostanos, los budistas y muchos otros que adoran en varias formas son todos adoradores de algún ser que consideran sobrehumano. Para todos es conocido que aun los ateos en tiempos de conflictos y peligros invocan el nombre de Dios. Aquel hombre que introdujo su argumento diciendo: “Doy gracias a Dios que soy ateo” es sólo un ejemplo.

Volviendo nuevamente a Romanos 1.20, vemos que la causa de esto radica en que Dios ha fijado la verdad de su existencia en las mentes y las conciencias de todo ser humano. Existe algo en lo más profundo de nuestros corazones a lo cual Dios apela y muchas veces logra alcanzar en nosotros. Es por ello que Dios toca al corazón del impío para convencerlo de su condición y salvarlo.

4. El hecho irrefutable de que el autor de la Biblia es sobrehumano

En nuestro capítulo sobre la Biblia hemos tratado este tema de una forma más extensa.

5. La experiencia personal del pueblo de Dios

La experiencia incluye cosas tales como el disfrute pleno de vidas limpias de pecado, las transformaciones en la personalidad, el gozo del Señor en el alma y las oraciones contestadas. El hijo de Dios que ha experimentado estas cosas puede citar acontecimientos de su propia vida y decir positivamente: “Yo estoy convencido de que Dios existe”. Usted no tiene que desanimarse si no conoce todos los elementos y evidencias que demuestran la existencia de Dios. Simplemente por medio de las evidencias de la salvación, efectuada en su alma por el Dios verdadero, usted puede demostrarles a los incrédulos que Dios sí existe.

Este ser maravilloso, cuya influencia se ve en todas partes y en todos los aspectos de sus obras, llega a ser más precioso para nosotros cuando estudiamos sus atributos en su palabra.

Los atributos de Dios

1. Dios es eterno

Este atributo lo vemos en expresiones tales como: “el eterno Dios” (Deuteronomio 33.27); “Jehová Dios eterno” (Génesis 21.33); “desde la eternidad y hasta la eternidad” (Salmo 103.17); y, “por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11.15). Además, vemos esto en Génesis 1.1 donde Dios se muestra como un ser activo y creativo “en el principio”. Dios no es gobernado por el tiempo como sus criaturas.

2. Dios es inmutable

“Yo Jehová no cambio” (Malaquías 3.6) es la declaración hecha de su propia boca. Aunque Dios cambia sus métodos conforme a las diferentes situaciones que se presentan, y en varias ocasiones ha entrado en pactos nuevos con los hombres, él mismo nunca ha cambiado. Su verdad existe “por todas las generaciones” (Salmo 100.5). (Lea Santiago 1.17.) “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hechos 13.8). “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos” (Salmo 119.89).

3. Dios es omnipotente

Es decir, Dios es todopoderoso. El mismo Dios que en el principio dijo las palabras y fueron creados los cielos y la tierra ahora extiende su brazo fuerte y hace temblar la tierra por medio de huracanes, terremotos y volcanes. Este mismo Dios enviará desde los cielos a su Hijo, y un nuevo orden aparecerá (2 Pedro 3.10–13). La majestad y la grandeza de su poder son anunciadas elocuentemente por boca del profeta (Isaías 40.12–17). (Lea Génesis 17.1; Apocalipsis 19.6.) El mismo Dios que creó los cielos y la tierra es quien sostiene todas las cosas en la palma de su mano y hasta las naciones más poderosas son nada en comparación con su poder.

4. Dios es omnisciente

Para Dios no hay límite en sabiduría y conocimiento porque él sabe todas las cosas. “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Proverbios 15.3). Dios sabía, incluso desde antes de la creación del mundo, que el hombre iba a pecar. Por eso él concibió el plan divino de la salvación y preparó un reino para la gloria eterna de su pueblo. La Biblia está llena de evidencias que demuestran que su Autor sabe todas las cosas: el pasado, el presente y el futuro (1 Reyes 8.39; Ezequiel 11.5; Mateo 10.30).

5. Dios es omnipresente

“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí” (Salmo 139.7–11). Teniendo en cuenta que los ojos de Dios están en todas partes, que nada se puede esconder de su vista y que él sabe aun los pensamientos más íntimos y las intenciones del corazón (Hebreos 4.12), debemos adorar a Dios en todo tiempo con santa devoción y nunca guardar el mal en nuestros corazones. (Lea 2 Crónicas 6.18.)

6. Dios es justo

“Los juicios de Jehová son verdad, todos justos” (Salmo 19.9). “Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios” (Salmo 119.137). Nadie debe temer que no va a recibir justicia de parte de Dios porque él es perfecto en justicia, así como lo es en sus misericordias. Su palabra enseña su justicia y la misma está presente en todas sus obras.

7. Dios es fiel

“Fiel es Dios” (1 Corintios 10.13). Éste es sólo uno de los pasajes bíblicos que afirma la fidelidad de Dios. Él ha hecho miles de promesas y nunca ha dejado de cumplirlas. Sus pactos con el hombre pecaminoso son una evidencia incuestionable de la fidelidad de Dios. Damos gracias a Dios que en cualquier tiempo podemos acercarnos a él con confianza y sentirnos seguros de que “[su] palabra es verdad” (Juan 17.17).

8. Dios es incompresible

Los hombres más sabios, más cultos, más eruditos y los más hábiles se enfrentan a muchas situaciones en la vida en las que tienen que confesar: “Yo no sé”. Zofar, por ejemplo, hizo una pregunta muy apropiada cuando preguntó: “¿Descubrirás tú los secretos de Dios?” (Job 11.7). Nos rodean muchos misterios que la mente humana no puede comprender. Muchos hombres que han pasado toda su vida escudriñando la palabra de Dios han confesado que apenas han empezado. No es difícil llegar a conocer a Dios. Sin embargo, es imposible que el hombre alcance el límite del conocimiento acerca de todo lo que Dios es, dice o hace. El apóstol Pablo, quien quizá escudriñó las cosas de Dios más que cualquier otro hombre, aun después que fue “arrebatado hasta el tercer cielo” y oyó cosas “que no le es dado al hombre expresar”, dio este testimonio: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11.33).

9. Dios es sencillo

A pesar de todo lo que se puede decir acerca de la incomprensibilidad de Dios, la sencillez es una de sus características más sobresalientes. Esto se ve en todas las obras de sus manos. Aunque ningún ser humano puede saber todo acerca de él, cada ser racional puede llegar a conocer algo; lo suficiente para animarlo a continuar estudiando la Biblia, trabajando y regocijándose al aprender más de la verdad divina. La Biblia es un modelo de pensamientos sencillos y profundos, y las personas que son una viva imagen de Dios son reconocidas por su sencillez y humildad.

10. Dios es benigno

Las evidencias de la benignidad de Dios están en todas partes. Es “su benignidad” (Romanos 2.4) la que nos guía al arrepentimiento. Es su benignidad lo que hizo posible que el hombre caído pudiera ser restaurado al favor divino. En muchas maneras, la paciencia y la bondad de Dios confirman las palabras del salmista: “Bueno es Jehová para con todos” (Salmo 145.9).

11. Dios es misericordioso

La benignidad y la misericordia de Dios son inseparables. “La misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad” (Salmo 103.17). Este versículo muestra que no hay límite para la bondad de Dios. Y lo que los hombres consideran como “tardanza” por parte de él, no es otra cosa que la manifestación de su paciencia “para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca” (2 Pedro 3.9). Su misericordia, como sus demás atributos, es perfecta; sin límites ni defecto.

12. Dios es imparcial

La imparcialidad y la misericordia de Dios concuerdan en una bella armonía. Cuando el joven rico le preguntó a Jesús acerca del camino de la vida, Jesús le mostró claramente lo que lo condenaba. Y así mismo él lo hace con todos nosotros. Además, podemos apreciar la imparcialidad y la misericordia de Dios cuando él sacó del huerto al hombre pecaminoso. El hombre no podía comer del árbol de la vida y vivir eternamente en su estado pecaminoso. Los pecadores que desprecian la misericordia de Dios con el tiempo tendrán que hacerle frente a la justicia de Dios en la eternidad. Dios es Autor de leyes justas, las cuales se aplican igualmente a todo ser humano, porque “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10.34).

13. Dios es amor

“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4.8). El amor de Dios para con la humanidad caída es tan grande que dio a su Hijo unigénito para rescatarnos de la perdición (Juan 3.16). El apóstol Pablo dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5.8). ¡Qué amor tan sin igual y precioso! La historia completa de la relación de Dios con los hombres caídos se resume en tres palabras: “Dios es amor”.

Pensamos tanto en el amor de Dios que algunas veces se nos olvida que una manifestación de su amor es el odio con que él aborrece lo malo. Él aborrece lo malo con la misma intensidad que ama lo bueno. Él se manifiesta como un Dios celoso, que visita “la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que [lo] aborrecen” (Éxodo 20.5). En Proverbios 6.16–19 notamos siete cosas específicas que el Señor aborrece. Él aborrece todos los malos caminos y todas las formas de iniquidad. Para poder amar apasionadamente todo lo que es bueno, justo y santo se tiene que aborrecer ardientemente la iniquidad.

14. Dios es santo

El serafín que se le apareció a Isaías dio voces, diciendo: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6.3). Diecinueve veces este mismo profeta se refiere al Dios de los cielos y de la tierra como “el Santo”. Cuando tenemos en cuenta su justicia, amor, pureza, fidelidad, bondad, gracia y gloria maravillosa, esto nos prepara para recibir su amonestación: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.16). La santidad de Dios debe ser buscada y procurada por todos sus hijos.

Aquí concluimos, no por haber nombrado todos los atributos de Dios, sino porque hemos nombrado lo suficiente para recordarnos de su grandeza infinita, su bondad, su poder y su gloria majestuosa. Bendito, para siempre bendito, sea su santo nombre.

Ninguna de las criaturas de Dios puede poseer los atributos de Dios que pertenecen a su infinidad, como su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia. Dios es el único que las posee. Sin embargo, los atributos morales, como la santidad, la benignidad, la justicia y la pureza él los ha encargado a todo su pueblo para que por medio de los mismos nosotros podamos resplandecer a la imagen de Dios. De modo que para sus hijos uno de los pensamientos más consoladores es que en el futuro seremos “como él es”.

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