Capítulo 40
El velo de la mujer cristiana
“Toda mujer
que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo
mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte
también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o
raparse, que se cubra” (1 Corintios 11.5–6).
La mujer
judía se cubría, por causa de la modestia, cuando estaba en la presencia de
hombres. Por ejemplo, Génesis 24.65 ofrece una evidencia del cubrimiento de la
mujer judía. Allí Rebeca se puso su velo cuando se acercó a su futuro esposo,
Isaac. Las mujeres en la iglesia cristiana también deben mantener la práctica
del cubrimiento mientras se acerca la venida del novio de la iglesia,
Cristo.
La
iglesia de Corinto no entendió o no obedeció esta ordenanza con prontitud. Por
eso, Pablo en 1 Corintios 11 explica en detalle lo que significa esta señal para
la mujer cristiana con relación a su cabeza (el hombre) y también a Cristo.
Estudiemos, pues, esas instrucciones que se encuentran en 1 Corintios
11.2–16.
1 Corintios 11.2–16
En 1
Corintios 11 leemos acerca de dos ordenanzas: el cubrimiento de la mujer
cristiana y la santa cena. Aquí está lo que Pablo nos enseña acerca de la
primera:
1.
Esta ordenanza se basa en el
hecho fundamental que el hombre es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza del
hombre
“Quiero que
sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la
mujer, y Dios la cabeza de Cristo (...) Porque el varón no procede de la mujer,
sino la mujer del varón” (vv. 3, 8).
En el
orden de Dios, el hombre y la mujer desempeñan una función diferente, y cada
cual puede servir con más eficacia si se mantiene en su lugar. (Lea Génesis
3.16; 1 Corintios 14.34; Efesios 5.22–25; Colosenses 3.18; 1 Timoteo 2.11–14; 1
Pedro 3.1–2.) Al observar a los humanos y a los animales vemos que la naturaleza
corresponde con el orden de Dios que estos versículos enseñan. Generalmente, el
macho sobresale en fuerza y poder, mientras que la hembra sobresale en ternura y
en las cualidades más delicadas. Al estudiar esta enseñanza bíblica es
importante que recordemos que es nuestro Creador quien habla y que él tiene el
derecho y la sabiduría para instruirnos en esto.
2.
Es una señal de la relación
entre el hombre y la mujer en el Señor
“Todo varón
que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer
que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza… Porque el
varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la
mujer es gloria del varón” (1 Corintios 11.4–5, 7).
¿Cuál
cabeza se afrenta cuando el hombre ora con la cabeza cubierta? Afrenta su propia
cabeza, porque no está en el orden prescrito por Dios. También el hombre afrenta
a su cabeza espiritual, Cristo. Al hombre, Dios le ha dado la responsabilidad de
llevar su imagen y representar su gloria en un sentido que no lo ha dado a la
mujer. Como la gloria de Dios no debe ser tapada; así la cabeza del varón no
debe ser cubierta. Cubrirla sería una afrenta a Cristo.
La
relación entre el hombre y la mujer representa la relación entre Dios y su
pueblo (Efesios 5.21–33). Dios le ha dado a la mujer la responsabilidad de ser
la “gloria del varón” y ha prescrito que la misma debe ser cubierta. Así el
cubrimiento testifica que la hermana que lo lleva desea estar en su lugar debido
en el orden establecido por Dios y representar fielmente cómo la iglesia se
relaciona con su Cabeza al someterse a su propia cabeza, el hombre. Si no se
cubre es una afrenta a su propia cabeza porque muestra su falta de obediencia a
Dios. También es una afrenta a su cabeza, el hombre, porque muestra que ella no
respeta la posición del hombre en el orden de Dios.
3.
El hombre debe adorar con la cabeza
descubierta
El
vestuario de los sacerdotes en el Antiguo Testamento incluía algo para la
cabeza, la mitra y las tiaras (Éxodo 39.28). Moisés cubrió su rostro cuando el
mismo resplandecía con la gloria de Dios. Pero ese velo que cubrió la gloria de
Dios se quitó en Cristo (2 Corintios 3.12–16). También el velo que cubría la
gloria de Dios en el templo se rasgó en dos. ¿Por qué? Porque Cristo revela la
gloria de Dios al hombre. Y él da al hombre acceso a Dios. La cabeza descubierta
del hombre cristiano declara que la gloria de Dios ha sido revelada en
Cristo.
Adorar
con la cabeza cubierta niega que la gloria de Dios ha sido revelada en Cristo, y
le es una afrenta. Los judíos que niegan que Jesús es el Mesías tienen la
costumbre de llevar un cubrimiento sobre la cabeza cuando estudian la ley. Esto
concuerda con 1 Corintios 3.15: “Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a
Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos”. Ellos llevan ese
cubrimiento sobre sus cabezas porque hay un velo en su corazón y no ven la
gloria de Dios que Cristo descubrió.
4.
La mujer debe adorar con la cabeza
cubierta
Como el
hombre es la imagen y gloria de Dios, “la mujer es gloria del varón” (v. 7). La
gloria del varón debe ser cubierta en los cultos para que todos se gloríen en el
Señor. Es una afrenta a Cristo cuando los cristianos se congregan para adorarle
y las mujeres no cubren sus cabezas. También es una afrenta a los hermanos,
porque el velo testifica que las mujeres les tienen por cabeza, como Dios les ha
mandado.
La mujer
cristiana con la cabeza cubierta tiene el privilegio de adorar (orar y
profetizar). Su cabeza cubierta muestra que ella tiene la debida relación con su
cabeza, el hombre, y con esta señal de autoridad sobre su cabeza puede orar y
profetizar ella misma. Eso quiere decir que ella no tiene que hacerlo por medio
del hombre.
5.
Dos relaciones, la natural y
la espiritual (representadas por el velo y el cabello largo), se enseñan en este
pasaje
“Toda mujer
que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo
mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte
también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o
raparse, que se cubra (...) Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore
a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le
es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse
crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello”
(vv. 5–6, 13–15).
En este
pasaje se hace referencia a dos tipos de velos: (1) el cabello largo, señal de
la relación natural de la mujer con el hombre; (2) un velo de tela, señal de la
relación espiritual de la mujer con el hombre. Pablo apela a la naturaleza para
confirmar que la mujer no debe cortar su cabello. La naturaleza humana, personas
de toda edad, nacionalidad, color y credo, reconoce la belleza del cabello largo
de la mujer. Pero esa misma naturaleza no piensa lo mismo en cuanto al cabello
largo del hombre. El hombre como la mujer deben ser obedientes a la verdad que
Dios les enseña por medio de la Biblia, la cual él también enseña a través de la
naturaleza: el cabello largo le es vergonzoso al hombre, pero le es honroso a la
mujer.
Al
recordar el argumento dado en los versículos 13–15, podemos entender mejor la
idea que se presenta en el versículo 6: “Si le es vergonzoso a la mujer
cortarse el cabello o raparse, que se cubra”. En otras palabras, si la
mujer se quita el velo, que se corte también el cabello; pero si esto es
vergonzoso (y lo es según la norma de Dios y según las normas de la mayoría de
las culturas), que se cubra. Por tanto, para obedecer a Dios es necesario que
las mujeres se dejen el cabello largo y que tengan la cabeza
cubierta.
6.
Es señal de autoridad (v.
10)
“Por lo cual
la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los
ángeles.”
Al
cubrirse de esta manera, la mujer tiene sobre su cabeza la “señal” que ha tomado
su lugar como ayuda idónea al lado del hombre, colaborando en la obra y en la
adoración al Señor. Los ángeles, al ver esta señal, testifican de ella en la
presencia de Dios. ¿Qué es esta “señal”? Teniendo en cuenta el contexto es
evidente que se trata de un cubrimiento visible. La Biblia no dice
específicamente cómo debe ser este cubrimiento; sólo dice que debe cubrir
la cabeza de la mujer que lo lleva. Dios le ha dado el cabello largo a la mujer
para que el mismo sea cubierto. La palabra “señal” aclara que si la mujer usa
algo para protegerse de la intemperie entonces no cumple su función de velo, por
tanto, deja de ser una “señal”.
Otra idea
digna de notar es que este cubrimiento debe ser una verdadera “señal”. Cuando
una mujer se cubre lo más natural sería esperar que ella ejemplifique en su vida
lo que el velo representa: la modestia, la pureza, la sujeción al hombre y la
obediencia a Dios. Muchas veces, cuando la mujer se viste con lo que Dios
prohíbe (como la ropa deshonesta y orgullosa) entonces ella se quita lo que Dios
manda (el velo). Pero si usted sabe, estimada hermana, que en su corazón no hay
lealtad, devoción, pureza, modestia o el deseo de servir y obedecer al Señor
como debiera entonces arregle su vida con Dios para que usted esté de acuerdo
con lo que el velo representa, en lugar de quitarse el mismo y conformarse al
mundo.
7.
El hombre contencioso que
argumenta en contra del velo de la mujer no tiene base para sus
contenciones
En el
versículo 16 Pablo reprende al hombre que declara que “ni mi esposa ni mi hija
jamás se cubrirán su cabeza”. Si alguien es contencioso, dice Pablo, sepa que
las iglesias verdaderas de Dios no conocen otra costumbre. Ni las iglesias
judías ni las de los gentiles tenían la costumbre de ser contenciosas en cuanto
al velo. Algunos piensan que Pablo, en el versículo 16, desecha la costumbre de
usar el velo. Si así fuera, él sería un hombre muy necio. Qué tonto sería, si
después de haberlo explicado con tanto detalle y haber escrito con tanta
convicción él mismo dijera que no era necesario que la mujer se cubriera su
cabeza. Si eso es lo que él quería decir entonces lo hubiera dicho desde el
principio y de esa manera hubiera evitado tanta confusión en las
iglesias.
Respuestas para las excusas
La
excusa: “No es parte del evangelio; sólo pertenece
a los escritos de Pablo”.
La
respuesta: Cristo dice de Pablo: “Instrumento
escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de
reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9.15). Pablo dice: “Lo que os escribo
son mandamientos del Señor” (1 Corintios 14.37).
La
excusa: “La mayoría de las iglesias lo han
desechado”.
La
respuesta: Asimismo la mayoría de las personas en
los días de Noé desecharon el mensaje de Dios cuando Noé les advirtió acerca del
diluvio. Debemos permitir que la palabra de Dios mande en nuestra vida, no lo
que piensa la gente.
La
excusa: “Mi iglesia no lo
practica”.
La
respuesta: Sin juzgar a su iglesia, quisiéramos,
sin embargo, recordarle que Dios por medio de Santiago nos dice que “al que sabe
hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4.17). Si su iglesia
persiste en desobedecer a Dios, a usted le sería mejor buscar otra iglesia donde
pueda obedecer a Dios y todas sus enseñanzas en compañerismo con los que tienen
la misma fe.
La
excusa: “Fue nada más una costumbre
local”.
La
respuesta: El mensaje de Pablo parece indicar que
en esa comunidad no se practicaba tal costumbre. Por eso, él enseñó con
mucho énfasis que la mujer cristiana debe cubrirse la cabeza con un velo. No
importa lo que usted diga acerca de las costumbres, está muy claro que Pablo
enseñó que la mujer cristiana debe cubrirse la cabeza. Las palabras “a los
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en
cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo” dan a entender
que toda esta epístola debe ser parte también de las prácticas de las iglesias
cristianas de todos los tiempos.
La
excusa: “El cabello largo es el
velo”.
La
respuesta: En primer lugar, en este pasaje Pablo
enseña la necesidad de un cubrimiento visible, entonces apela a la naturaleza
como ilustración para confirmar su argumento. En segundo lugar, la palabra
griega que se traduce como “velo” en el versículo 15 es distinta de la que se
utiliza en los versículos 4–7.
La
excusa: “Es tan difícil
comprenderlo”.
La
respuesta: A la persona que tiene la voluntad de
aceptar esta verdad, le es muy fácil comprenderla. Si aceptamos lo que podemos
comprender, nos ayuda a comprender también las cosas más difíciles. Lea
especialmente los versículos 5 y 6; hasta un niño los puede
entender.
La
excusa: “Si otras pueden ir al cielo sin haber
llevado el velo, yo también puedo”.
La
respuesta: ¿Quién la convirtió a usted juez de
otras mujeres? La pregunta que más le debe interesar a usted no es adónde irán
ellas, sino ¿qué quiere el Señor que yo haga? Además, ¿cómo usted sabe
que esas mujeres están en el cielo? “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace,
le es pecado” (Santiago 4.17).
La
excusa: “Algunos tienen el velo como un
ídolo”.
La
respuesta: Esto puede ser cierto. Pero, ¿qué tiene
que ver eso con su obediencia o desobediencia? Póngase el velo, y así será un
buen ejemplo para el resto de las mujeres de cómo llevarlo para la gloria de
Dios.
La
excusa: “Conocemos a algunas mujeres
verdaderamente cristianas que no llevan el velo”.
La
respuesta: Esto también puede ser cierto. Pero,
¿en quién confía más usted? ¿Vale más la palabra de esas mujeres o la de Dios?
Dios es quien dio el mandamiento.
La
excusa: “Me daría vergüenza llevar el
velo”.
La
respuesta: Sin duda esta excusa revela el porqué
de la existencia de la mayoría de las excusas. De seguro la mayoría de las
excusas para no usar el velo desaparecerían inmediatamente si el mismo estuviera
de moda.
En conclusión, notemos que:
· Pablo declara que lo que él enseñó en Corinto también lo enseñaba
en todas las iglesias (1 Corintios 4.17).
· La
carta fue dirigida a todo creyente en todo lugar (1 Corintios
1.2).
· Pablo demuestra que el velo significa que la mujer reconoce la
autoridad que Dios estableció sobre ella en la creación (1 Corintios 11.3,
7–12).
· Es
propio que las redimidas reconozcan el orden de la creación que existía antes de
la caída del hombre y que lleven la señal dada para ilustrar ese
orden.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct40 (PUNTO) htm
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