Capítulo 23
La incredulidad
“Mirad,
hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo” (Hebreos 3.12).
La
incredulidad es el pecado que sirve como puerta al reino de las tinieblas. Lo
que la fe significa para la salvación lo es la incredulidad para la condenación.
Así como ningún escrito acerca del plan de salvación está completo sin tratar el
tema de la fe, igualmente ningún escrito acerca de la obra del diablo está
completo sin tratar el tema de la incredulidad.
La
incredulidad es a la fe lo que las tinieblas son a la luz. Al apagarse la luz,
aparece la oscuridad para tomar su lugar; y habiendo desaparecido la luz, la
oscuridad se enseñorea de todo. La incredulidad se encuentra solamente donde la
fe no existe. Donde la fe esté completa y sea perfecta, no podrá haber
incredulidad.
Fue por la
desobediencia de un hombre que el pecado entró en el mundo. Este hecho de
desobediencia se muestra también cuando Eva cambió su fe en Dios por la fe en
Satanás. No creer en Dios es el fundamento de todos los demás pecados (Tito
1.15). La incredulidad encierra a toda la humanidad (Romanos 11.32). Por el
engaño del padre de mentira el mundo ha venido a ser el hogar de toda forma de
incredulidad. Actualmente han surgido muchos tipos de incrédulos para ayudar al
diablo a robar la fe de los hombres y destruir la obra de Dios en el corazón
humano.
Tipos de incrédulos
· El
ateo no cree en la existencia de Dios. Es el necio
quien dice: “No hay Dios” (Salmo 14.1).
· El
pagano niega que haya revelaciones directas de Dios.
No cree que la Biblia es la palabra de Dios. Se opone al cristianismo
verdadero.
· El
agnóstico ni afirma ni niega la existencia de Dios;
profesa una actitud neutral en cuanto a la fe cristiana. Limita su creencia a
estas tres palabras: “Yo no sé”. En realidad, él es un pagano.
· El
filósofo se toma la libertad de formar sus propias
opiniones a pesar de lo que dice la Biblia. Así rechaza la autoridad de las
sagradas escrituras.
· El
modernista trata de explicar la doctrina cristiana
desde el punto de vista de las creencias y los conceptos
modernos.
· El
evolucionista trata de sustituir el relato de la
creación según Génesis por la teoría de un desarrollo lento. Piensa que el mundo
se formó a través de millones de años y que los seres vivos van transformándose.
Plantea que el hombre fue antes mono y que evolucionó con el paso del tiempo
hasta llegar a convertirse en el hombre actual.
Todos estos
tipos de incrédulos, aunque varían mucho entre ellos mismos y se contradicen el
uno al otro, sin embargo, trabajan unidos al oponerse a la Biblia. Niegan que la
Biblia sea una revelación directa de Dios al hombre y que sea infalible y de
autoridad absoluta. Como resultado de las opiniones de todos estos tipos de
incrédulos la iglesia cristiana de hoy se enfrenta con tales herejías
destructoras como el ateísmo, el politeísmo, el panteísmo, el universalismo, el
unitarismo, el materialismo y el racionalismo. En medio de esta confusión,
Satanás está cosechando multitudes de almas engañadas.
Lo
que nos hace vulnerables a la incredulidad
Cristo se
asombró de la incredulidad de la gente en su tiempo (Marcos 6.6). ¿Acaso él no
había cumplido con todas las profecías del Antiguo Testamento acerca de la
venida del Mesías? Por su maravilloso poder de hacer milagros, por su sabiduría,
el amor, la gracia y la bondad que él manifestó mientras estuvo físicamente en
la tierra nadie debió haber dudado que él fuera el Mesías. ¿Acaso no se
maravillaron los mismos judíos incrédulos de su sabiduría y poder? Sin embargo,
aunque dijeron que esperaban la venida del Mesías, no creyeron en él. Más bien,
lo mataron.
¿Acaso es
más asombrosa la incredulidad de los judíos de aquel tiempo que la del mundo de
nuestros días? Las evidencias del cristianismo están en todas partes. No
solamente tenemos a Moisés y a los profetas, sino también el evangelio de
Cristo, el testimonio de las vidas de los hijos de Dios, el Espíritu Santo y las
manifestaciones de la gracia y el poder divino en los acontecimientos diarios
del mundo. ¿Por qué, pues, está aún “el mundo entero bajo el maligno” (1 Juan
5.19), envuelto en el manto de la incredulidad? ¿Qué es lo que nos hace
vulnerables a la incredulidad?
1.
Codiciar el pecado
Muchas
veces culpamos a otros de hacernos caer en el pecado, pero no debemos
echarle la culpa a nadie sino a nosotros mismos. “Cada uno es tentado,
cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido” (Santiago 1.14). ¿Por
qué el borracho no deja su botella, el fumador su cigarro, el jugador de suerte
la mesa del juego, el hombre inmoral el burdel, el hombre codicioso su negocio
deshonesto, el que busca placeres sus lugares favoritos de diversión, el hombre
contencioso sus peleas, el irreverente su profanidad o el ladrón el hurto? No
los dejan porque siempre desean lo malo. Cuanto más codiciamos las cosas
malas, tanto menos estimamos la palabra de Dios. Luego concluimos que estas
cosas no son tan malas como pensábamos y que la Biblia no significa exactamente
lo que dice. Vemos a personas que una vez fueron fieles a Dios y a su palabra,
pero después volvieron a los caminos del pecado. Quizá fue algo del mundo que
ellos codiciaron, algún mandamiento del Señor que no quisieron obedecer o alguna
cosa o negocio prohibido por la iglesia que los llevó a caer en pecado. Al
principio, su conciencia los molestaba cuando pecaban, pero después de un tiempo
la misma dejó de molestarlos. Sus deseos los han llevado a una actitud de
desobediencia y tal desobediencia produjo un estado de incredulidad. Ahora se
burlan de las cosas que una vez creyeron. Son como a los que Pablo se refería
cuando dijo: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la
mentira” (2 Tesalonicenses 2.11).
2.
Los intereses propios
Tal vez
usted se haya sentado en su habitación tan fascinado con la lectura de un libro
que no se fijó en ninguna otra cosa o tan interesado en un párrafo que ni
siquiera vio el resto de la misma página que estaba leyendo. A lo mejor usted
haya visto a personas tan preocupadas con sus negocios que perjudican sus vidas
espirituales y que aunque alguien los amonestó una y otra vez nunca vieron algún
peligro en lo que hacían.
¿Por qué
los judíos no creyeron en Jesús? Ellos estaban tan interesados en el judaísmo
que no quisieron ver la verdad. ¿Por qué en la actualidad hay tanta incredulidad
en el mundo? Porque la gente busca los placeres, las riquezas, las vanidades y
los engaños del mundo con tanta ansiedad que con nada desechan las advertencias
de la Biblia, negándose a creerlas.
3.
El engaño
¿Por qué
Eva extendió la mano para tomar el fruto prohibido? Porque se engañó creyendo
que el fruto que deseaba era mejor que lo que ya tenía. ¿Por qué los hombres
roban, juegan lotería y hacen fraudes? El tentador les ha hecho creer que ésta
es la manera más rápida, más fácil y mejor de obtener dinero. A medida que se
van estimando más las cosas temporales y carnales, se estiman menos las cosas
eternas y espirituales. Por esta razón los hombres rechazan a Dios y desconfían
de Jesucristo, y siendo engañados creen que han encontrado algo
mejor.
4.
Las amistades mundanas
En esto se
halla la base por tanta incredulidad. Los incrédulos inteligentes, educados,
sociables y persuasivos son compañeros peligrosos para los jóvenes. Es de esta
manera que muchos hogares, muchos clubes sociales, muchas iglesias, muchas
escuelas y muchas universidades han sido convertidas en fábricas de
incrédulos.
5.
La literatura dañina
Un obispo
joven estaba de visita en el hogar de otro obispo más anciano. Entonces vio en
la mesa de la biblioteca un ejemplar del libro de Tomás Paine, “The Age of
Reason” (La época de la razón). El joven obispo se quedó
atónito.
—¿Qué?
¿Usted lee tales libros?
—Sí, ¿por
qué no? —contestó el otro—. Quiero informarme de tales cosas para poder predicar
contra ellas.
—Pero, ¿y
sus hijos? —le preguntó el primero.
—No hay
peligro — contestó el anciano—. Ellos casi nunca lo leen.
Sin
embargo, sí había peligro. Los dos hijos se volvieron incrédulos. La literatura
tiene poder, sea para el bien o para el mal.
Lo
que hace la incredulidad
Resulta
triste que muchos cristianos no se dan cuenta de los daños que la incredulidad
está causando en tantos hogares, escuelas e iglesias. Por el bien de ellos y de
los demás, examinemos lo que hace la incredulidad.
1.
Debilita el poder de los
obreros cristianos
En varias
ocasiones la Biblia da ejemplos en los cuales se demuestra que hasta los
discípulos no cumplían lo que debían por falta de la fe (Mateo 17.19–20). Para
Dios todo es posible; pero para el hombre lo posible se mide conforme a la fe
(Mateo 9.29). Sabiendo que la fe es la victoria que vence al mundo (1 Juan
5.4–5), concluimos que la falta de fe es en parte lo que ha impedido que más
personas del mundo sean escogidas para servir a Cristo.
2.
Impide la obra de
Cristo
Según
Marcos 6.5–6, Cristo no pudo hacer muchos milagros en su propio pueblo a causa
de la incredulidad de la gente. La fe de parte de los obreros y también de los
oidores de la palabra es indispensable para tener éxito en la obra de
Dios.
3.
Impide que los hombres entren
en el reino de Dios
Los
israelitas no entraron en el reposo de Dios “a causa de incredulidad” (Hebreos
3.19). De los que vivieron cuando estaba Cristo en la tierra, pocos entraron en
el reino de Dios; pues la mayoría de los judíos permanecieron en incredulidad.
El dicho “el que no cree, ya ha sido condenado” (Juan 3.18) es tan verdadero hoy
como lo fue cuando se pronunció por primera vez. Los incrédulos pueden hacerse
miembros de una iglesia, y muchas veces lo logran. Pero no hay lugar para ellos
en la iglesia verdadera de Jesucristo. Cuando el carcelero preguntó sobre el
camino de la salvación, los apóstoles le contestaron: “Cree en el Señor
Jesucristo” (Hechos 16.31). Cuando el eunuco quiso saber si podía ser bautizado,
Felipe le dijo: “Si crees de todo corazón, bien puedes” (Hechos 8.37).
Finalmente, vemos que lo que acontecerá a los incrédulos es que “tendrán su
parte en el lago que arde con fuego y azufre” (Apocalipsis 21.8). La Biblia no
ofrece ninguna esperanza de salvación a nadie sino sólo por la fe en el Señor
Jesucristo.
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct23 (PUNTO) htm
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