Capítulo 57
La resurrección
“Vendrá hora 
cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo 
bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a 
resurrección de condenación” (Juan 5.28–29).
La doctrina declarada
La Biblia 
enseña claramente que después de esta época todo ser humano se levantará de los 
muertos (Juan 5.28–29; 11.24; 1 Corintios 15; Apocalipsis 20.13). Entonces el 
alma se reunirá con un cuerpo nuevo y aparecerá ante el Señor.
El Antiguo Testamento enseña la resurrección
Aunque 
esta doctrina se ve con más claridad en el Nuevo Testamento, vemos que el pueblo 
de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento creía en la resurrección. 
Nombremos algunos de los profetas del Antiguo Testamento que hablaron en cuanto 
a la resurrección:
Job: “Yo sé que mi Redentor vive, y 
al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi 
carne he de ver a Dios” (Job 19.25–26).
Isaías: “Tus muertos vivirán; sus 
cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío 
es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos” (Isaías 
26.19).
Daniel: “Y muchos de los que duermen 
en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para 
vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12.2).
Oseas: “De la mano del Seol los 
redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu 
destrucción, oh Seol” (Oseas 13.14).
El lector 
que conoce las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre este tema quedará 
impresionado al darse cuenta de la maravillosa unidad existente entre los 
escritores del Antiguo y el Nuevo Testamentos. La doctrina de la resurrección no 
se limita a las enseñanzas de una época, sino que es una de las verdades eternas 
reconocidas por el pueblo de Dios en todo tiempo.
Entre los 
judíos, los de la secta de los saduceos son los únicos de quienes se declara que 
no creían en la resurrección (Mateo 22.23; Marcos 12.18). Las palabras de Marta 
en Juan 11.24 expresan la opinión popular de los judíos cuando ella dijo que 
esperaba la resurrección de su hermano “en la resurrección, en el día postrero”. 
Cuando Pablo declaró su creencia en la resurrección de los muertos (Hechos 23.6) 
él ganó el apoyo de los fariseos en este punto porque declaró la doctrina judía, 
así como la cristiana.
El Nuevo Testamento enseña la resurrección
Cristo no 
sólo enseñó esta doctrina, sino que al resucitar corporalmente de la tumba él 
llegó a ser “primicias de los que durmieron” (1 Corintios 15.20). La 
resurrección fue una de las doctrinas prominentes en las enseñanzas de los 
apóstoles (Hechos 1.22; 2.31; 17.18; 24.15; 1 Corintios 15; Filipenses 3.10; 
Hebreos 11.35; 1 Pedro 1.3). Los judíos se resintieron, no porque los apóstoles 
enseñasen la resurrección de entre los muertos, sino por el hecho de que 
“anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos” (Hechos 4.2). 
Pablo predicó la doctrina de la resurrección con claridad y poder ante los 
epicúreos y los estoicos (dos escuelas de filósofos griegos) en el Areópago en 
Atenas (Hechos 17.16–34). La resurrección fue siempre un tema principal de la 
predicación de los apóstoles.
Pruebas de la resurrección
La prueba 
de la resurrección más maravillosa es Jesús mismo. Él “se presentó vivo con 
muchas pruebas indubitables” (Hechos 1.3). Después de haber resucitado se mostró 
a muchos creyentes (1 Corintios 15.5–8). Y Jesús dijo: “porque yo vivo, vosotros 
también viviréis” (Juan 14.19). Lázaro también, habiendo sido visto por muchos 
judíos después que se levantó de entre los muertos (Juan 12.2, 10–11), queda 
como una prueba indubitable del poder de Dios para resucitar a los muertos. Otra 
prueba de la resurrección de los santos es la aparición de muchos que salieron 
de sus tumbas cuando Jesús murió (Mateo 27.50–54).
La 
resurrección es el resultado del poder maravilloso de Dios. Puesto que Jesús 
ganó la victoria sobre el pecado y la muerte, será fácil para él, a su debido 
tiempo, levantarnos de la tumba. A él no le será más difícil llevar a cabo este 
milagro de lo que le fue crear al hombre en el principio. La doctrina de la 
resurrección no es más difícil de creer que la doctrina de la creación. Cuando 
brota la vida de una semilla seca es una ilustración del poder de Dios para 
resucitar a los muertos. Pablo usó esta ilustración en 1 Corintios 15.35–44 al 
hablar acerca de este tema.
El alma 
de todo creyente verdadero es resucitada en la vida presente. Pero no así con el 
cuerpo, porque eso se efectuará sólo cuando nuestro Redentor destruya por 
completo la muerte y liberte a los cautivos de la tumba. La Biblia dice que “el 
postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15.26). Esto 
enseña con claridad la resurrección del género humano. Y “entonces se cumplirá 
la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh 
muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 
15.54–55).
Algunas opiniones erróneas
Como 
todas las otras grandes doctrinas bíblicas, la doctrina de la resurrección 
corporal ha sido escarnecida, despreciada y contradicha en muchas maneras por 
los incrédulos. No obstante, sobre esta doctrina descansa el credo entero del 
evangelio de Cristo. Al uno dejar de creer en la resurrección, deja de creer 
también en la verdad de todo el evangelio, en su fundamento y en todo lo que al 
mismo se refiera. El que enseña que no hay tal cosa como la resurrección 
corporal quiere decir que la Biblia es sólo un sistema piadoso de engaño. No es 
de sorprenderse, por tanto, que los enemigos de Cristo ataquen con mucho empeño 
esta doctrina. Algunos niegan la resurrección. Otros la tuercen como algo que no 
tiene importancia, de manera que pudiera ser rechazada totalmente. Notemos 
algunos de estos errores:
Opinión errónea: “No hay 
resurrección” (Mateo 22.23)
La 
Biblia dice: Esa fue la opinión de los saduceos. 
Pero Cristo rápido los calló (Lucas 20.27–38). Pablo también prueba que si se 
abandona esta doctrina entonces todas las demás doctrinas cristianas son vanas 
(1 Corintios 15.12–20).
Opinión errónea: “La resurrección ya 
se efectuó” (2 Timoteo 2.18)
La 
Biblia dice: Pablo declaró que esta herejía 
carcomía en las partes vitales de la fe en Cristo como la gangrena lo hace en 
las partes vitales del cuerpo humano. Constituye un argumento engañoso que tiene 
una apariencia de piedad decir que la resurrección no es nada más que resucitar 
del pecado cuando uno se convierte. Pablo denunció esta herejía. La misma se 
contradice con lo que aparece en Juan 5.28–29; 1 Corintios 15.51–52; 1 
Tesalonicenses 4.16 y muchas escrituras más que se refieren directamente a la 
resurrección corporal.
Opinión errónea: El mero cuerpo de 
Cristo no fue resucitado
La 
Biblia dice: Si realmente el cuerpo de Cristo no 
fue resucitado, ¿por qué Pedro y Juan no hallaron su cuerpo cuando entraron en 
el sepulcro? (Juan 20.6–8). ¿Por qué pidió Cristo que prestaran atención 
especial a su cuerpo herido? (Juan 20.26–28). En la actualidad las personas que 
niegan la resurrección corporal de Jesús no están dudosas al estilo de Tomás, 
sino que resisten la verdad al estilo de los que se mencionan en Mateo 
28.11–15.
Opinión errónea: No habrá 
resurrección corporal, sino que en su lugar se nos darán cuerpos 
glorificados.
La 
Biblia dice: Es cierto que los santos resucitados 
recibirán cuerpos glorificados (1 Corintios 15.42–54; 1 Juan 3.2). Sin embargo, 
este hecho en ninguna manera anula la verdad de que este cuerpo natural será 
transformado en un cuerpo glorificado. No podemos explicar cómo será todo esto 
porque será algo milagroso que nuestras mentes limitadas desconocen por ahora. 
Los que niegan la transformación de una clase de cuerpo en otra niegan por 
completo la resurrección corporal. Dos cosas sí serán ciertas acerca de la 
resurrección: (1) habrá una resurrección literal del cuerpo; (2) habrá una 
transformación por medio de la cual este cuerpo mortal se transformará en un 
cuerpo espiritual, semejante al cuerpo resucitado de Cristo (1 Corintios 
15.42–47).
Resumen de la doctrina de la resurrección
1.                 
Jesucristo resucitó 
corporalmente de la tumba
Este 
hecho fue demostrado a los discípulos “con muchas pruebas indubitables” (Hechos 
1.3). Por causa de estas pruebas ellos dejaron de tener una actitud de duda e 
indiferencia y llegaron a creer y predicar la resurrección con 
sinceridad.
2.                 
Hay una resurrección espiritual para todo 
creyente verdadero
Hay una 
resurrección a vida nueva para todos los que son “sepultados juntamente con él 
para muerte por el bautismo” (Romanos 6.3–6; 1 Corintios 12.13; Colosenses 
3.11–13). Toda alma perdida está muerta en “delitos y pecados” (Efesios 2.1). 
Estas almas muertas son vivificadas cuando oyen “la voz del Hijo de Dios” (Juan 
5.25). Todos los que vienen a la vida nueva han “resucitado con Cristo” 
(Colosenses 3.1). Si no nos levantamos a la vida nueva en Cristo, cuando la 
trompeta de Dios suene y haya una resurrección de la tumba, nosotros iremos a la 
“resurrección de condenación” en lugar de ir a la “resurrección de vida” (Juan 
5.29).
3.                 
Habrá una resurrección 
corporal de justos e injustos
No cabe 
duda de que todos resucitarán (Juan 5.28–29; Apocalipsis 20.13). Toda persona 
resucitará y recibirá “según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea 
bueno o sea malo” (2 Corintios 5.10). Todas las personas de toda región y época 
resucitarán, sin importar cómo murieron o qué hicieron mientras estaban en el 
cuerpo. Todos resucitarán, ya sea a la “resurrección de vida” o a la 
“resurrección de condenación”. Todos resucitarán, ya sea que resuciten justos e 
injustos al mismo tiempo, como algunos creen, o que los justos resuciten primero 
y los injustos mil años más tarde como otros creen. La resurrección del cuerpo 
será un evento en la experiencia de toda persona, excepto la gente que esté viva 
cuando aparezca el Señor. El apóstol Pablo dice esto en cuanto a los creyentes 
que vivan cuando venga el Señor: “Luego nosotros los que vivimos, los que 
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para 
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 
Tesalonicenses 4.17).
Lo que significará la resurrección
1.                 
La resurrección de 
vida
Para los 
justos la resurrección será una resurrección de vida: “Los que hicieron lo 
bueno, saldrán a resurrección de vida” (Juan 5.29). Todos los que escribieron 
sobre este tema en la Biblia enseñaron que será un evento glorioso. Pablo, al 
hablar de la resurrección, dice: “He aquí, os digo un misterio: No todos 
dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y 
cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos 
serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es 
necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista 
de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y 
esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que 
está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15.51–54). Al 
referirse a los creyentes que aún vivan cuando venga nuestro Señor, Pablo dice 
así: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con 
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán 
primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos 
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, 
y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16–17). Seremos 
glorificados junto con Cristo (Colosenses 3.4) cuando él nos levante con el 
poder y la gloria del Altísimo. Los santos de Dios recibiremos cuerpos 
incorruptibles, gloriosos, poderosos, espirituales (1 Corintios 15.42–44), y 
seremos “como los ángeles de Dios en el cielo” (Mateo 22.30). Ascenderemos con 
gran gozo para encontrarnos con el Señor y estar con él para siempre. ¡Qué 
glorioso! Que Dios apresure su venida, y que ni pena ni sacrificio nos haga 
vacilar en la obra importante de advertir a cuantas personas sea posible para 
que participen en ese evento maravilloso.
2.                 
La resurrección de 
condenación
La idea 
más triste que jamás puede pasar por la mente de los hijos de Dios es la idea de 
que no todos tendrán parte en la resurrección de vida. Daniel nos dice que 
cuando los malos despierten será “para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 
12.2). Que ningún incrédulo vuelva la espalda a esta escena horrible y que 
despierte antes de que sea demasiado tarde, y escuche con atención la voz 
celestial (Juan 5.25). Arrepiéntase y resuelva en su corazón pasar el resto de 
sus días en la obra de rescatar almas perdidas de esa senda horrible que lleva a 
la destrucción y señalarles la luz gloriosa del evangelio de 
Cristo.
3.                 
La naturaleza de la 
resurrección
Pablo la 
describe con exactitud en 1 Corintios 15.35–58 de cuyo pasaje citamos sólo 
algunas partes:
Pero dirá 
alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? (...) Hay 
cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los 
celestiales, y otra la de los terrenales. (...) Así también es la resurrección 
de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra 
en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 
Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. (...) Y así como hemos 
traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del 
celestial.
Como 
cuando se siembra maíz y por el poder de Dios brota una nueva planta, así 
también se entierra el cuerpo muerto, que luego se vuelve polvo, y en la 
resurrección un nuevo cuerpo se levantará al sonido de la trompeta de Dios. No 
sabemos exactamente cuándo ni cómo sucederá todo esto. Pero lo que sí sabemos es 
que de este cuerpo de barro corruptible saldrá un cuerpo glorioso e 
incorruptible como el de nuestro Cristo resucitado. ¡Aleluya! Nosotros “seremos 
semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 
3.2).
Fuente: elcristianismoprimitivo (PUNTO) com/doct57 (PUNTO) htm
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