Capítulo 38
La santa cena
“Así, pues,
todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del
Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios 11.26).
La santa
cena fue instituida por el Salvador la noche en que él fue traicionado. Después
que Jesús y sus discípulos se habían sentado a la mesa, él dijo: “¡Cuánto he
deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no
la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios” (Lucas 22.15–16). Fue en
esta fiesta de la pascua que Jesús tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio
a sus discípulos, recordándoles que debían comer el pan en memoria de su cuerpo
quebrantado. Después de esto, él tomó la copa, la dio a sus discípulos y les
dijo que debían beber de la copa en memoria de su sangre derramada. Así se
instituyó una ordenanza nueva para la época del Nuevo
Testamento.
Lo que significa
1.
Se hace en memoria del cuerpo
quebrantado y de la sangre derramada de Jesucristo
Esto se
ve claramente en la primera carta de Pablo a los corintios:
Porque yo
recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que
fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de
mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa
es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis
esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga (1 Corintios
11.23–26).
Es una
cena muy sencilla; tan sencilla que hasta un niño puede comprender lo que sucede
en la misma. Sin embargo, es tan profunda que los hombres más educados nunca han
podido comprender todo su significado. El pan es un símbolo del cuerpo de Jesús
que fue quebrantado por nosotros; la copa es un símbolo del nuevo pacto en su
sangre.
2.
Se refiere a la unidad de los
participantes
Volvamos
otra vez a los escritos de Pablo:
La copa de
bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que
partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan,
nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel
mismo pan (1 Corintios 10.16–17).
Al
meditar en lo que significa la santa cena, vemos que la santa cena se debe
observar como un cuerpo unido y no como personas individuales. Los participantes
en la santa cena deben estar de acuerdo entre sí y ser uno en el Señor, uno en
fe, uno en devoción a Cristo. Como el pan se compone de muchos granos de trigo,
mezclados tan inseparablemente que es imposible saber de qué grano vino cierta
parte de la harina, así el cuerpo de participantes debe ser un solo cuerpo de
adoradores en el Señor. Llegamos a ser “un pan” al participar todos del mismo
pan (Cristo).
3.
Demanda de los participantes una vida
santa, apartada del mundo
No quiero que
vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del
Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y
de la mesa de los demonios (1 Corintios 10.20–21).
Este
texto es muy claro sobre la importancia de limitar la santa cena a los que están
unidos en Cristo y sin pecado. Debemos mantenernos separados de los demonios y
de los que sirven al diablo. No puede haber compañerismo entre cristianos e
incrédulos.
Hay dos
amonestaciones bíblicas en cuanto a la participación de pecadores en la santa
cena. La primera advierte a la iglesia de no participar en la santa cena con
tales personas (1 Corintios 10.20–21). La segunda habla a los mismos pecadores:
“Cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente
(...) juicio come y bebe para sí” (1 Corintios 11.27–29).
Algunas teorías y prácticas falsas
1.
La
transubstanciación
La
iglesia católica enseña que el pan y el vino literalmente se convierten en el
cuerpo y la sangre del Señor cuando el sacerdote los bendice. Esta teoría se
basa supuestamente en las declaraciones de Jesús en cuanto a la cena: “Esto es
mi cuerpo (...) esto es mi sangre”. El error de esta teoría se aprecia en que
cuando Cristo dijo estas palabras su cuerpo físico estaba a plena vista de los
discípulos de modo que ellos entendieron que él hablaba de manera
simbólica.
Otro caso
parecido se encuentra en la interpretación de Daniel de la visión de
Nabucodonosor. Daniel dijo: “Tú eres aquella cabeza de oro” (Daniel 2.38). Esto
no fue de manera literal, pues el rey de carne y sangre no fue a la misma vez
parte de esa estatua. Así en la santa cena el pan es el cuerpo y la copa es la
sangre de Cristo en sentido figurado. Si fuera verdad la teoría de
transubstanciación todo participante que comiera la carne y bebiera la sangre,
inclusive los pecadores e hipócritas, tendrían la vida eterna. Claro que esto
contradice el evangelio. Esta teoría es una invención muy astuta que da la
autoridad para salvar al que reparte el pan y da entrada al reino de Dios a los
pecadores. No hay virtud alguna ni en el pan ni en la copa en sí. Pero son muy
apropiados y muy importantes porque en la santa cena nos hacen memoria del
cuerpo quebrantado y la sangre derramada de Cristo.
2.
La
consubstanciación
Como la
teoría de la transubstanciación, la consubstanciación asimismo afirma la
presencia real del cuerpo y de la sangre del Señor, pero dice que coexisten con
los elementos naturales. Según esta teoría, el pan, aunque sea realmente pan,
también contiene el cuerpo físico del Señor. Y el fruto de la vid, además de ser
jugo de uva, es la sangre de Cristo. Los que enseñan así creen que este cambio
se efectúa sin la consagración del sacerdote.
Esta
teoría está sujeta a los mismos errores que la otra. En cuanto a las cualidades
físicas del pan y de la copa, son símbolos; y en cuanto a la presencia de Cristo
en la santa cena, es completamente espiritual.
3.
Participación
abierta
Participación abierta quiere decir “permitir que participe en la
santa cena cualquier persona que se sienta digna de participar”. Los que
practican la santa cena abierta no quieren juzgar a los que desean participar.
Creen que la santa cena abierta está de acuerdo con los principios del
evangelio, el cual, dicen ellos, es evangelio de amor. Pero hay varias
objeciones a esta teoría:
· Es
difícil armonizar esta teoría con los pasajes bíblicos ya citados que dan
énfasis al examen de uno mismo y al examen de toda la iglesia.
· La
base de la santa cena no es sólo el amor entre los participantes, sino unidad en
la fe y en la comunión con el Señor Jesucristo.
· La
santa cena abierta menosprecia la comunión entre los que participan. Los que
practican la santa cena abierta dicen que la misma destaca la comunión que uno
tiene con Dios, no con los hombres. En este caso, ¿cuál sería el propósito de
celebrarla en la capilla? ¿Por qué no celebrar cada cual la santa cena en su
casa, consigo mismo y con el Señor? Y si es verdad que no es necesario la
comunión con los demás participantes, ¿por qué no deberíamos entonces admitir a
todo criminal y hereje?
· La
santa cena abierta admite a la mesa del Señor a los que no se pueden admitir
como miembros de la iglesia. Hay iglesias que admiten en la santa cena a toda
clase de personas con tal que profesen ser cristianos. ¿Por qué ser más
estrictos con los que quieren ser miembros que con los participantes de la santa
cena? Los únicos que lógicamente pueden defender la santa cena abierta son los
que admiten como miembros a toda clase de gente sin importar su fe o su
práctica.
· Existe un contraste extraño entre esta teoría y el principio
bíblico de la unidad. ¿Por qué debiéramos tener un servicio de comunión cuando
se reconoce que no tenemos unión espiritual? Dos o más personas que no están
dispuestas a asociarse como miembros en la misma iglesia tampoco están en
condiciones de cenar juntos en el mismo servicio. Observemos este servicio en
una manera digna de su nombre: comunión (la santa cena) implica unión esencial
de fe y vida.
4.
Servir una cena completa
Algunos
piensan que se debe comer una cena completa junto con la santa cena. Pero Pablo
dijo a los corintos: “Si alguno tuviere hambre, coma en su casa” (1 Corintios
11.34). Esto aclara que los apóstoles no autorizaron una cena completa. Sólo el
pan y la copa forman parte de la santa cena (1 Corintios 11.17–26, 33–34). Es el
alma, no el cuerpo, la que ha de ser saciada en la participación de la copa y el
pan.
La santa cena limitada
Según la
Biblia, solamente los que tienen una plena unidad en Cristo deben participar
juntos en la santa cena. Creemos que la iglesia tiene la responsabilidad de
decidir quienes deben participar y quienes no. Esto es bíblico por las
siguientes razones:
· Está conforme a los requisitos bíblicos de la unidad. Los
participantes han de ser un cuerpo unido en Cristo (1 Corintios
10.15–17).
· Expresa la unión espiritual de los participantes.
· Permite que la iglesia mantenga pura la santa cena del Señor. Aun
las personas que parecen estar de acuerdo con la iglesia, pero están
contaminadas con pecados secretos, no deben participar (1 Corintios 11.27–29).
Cada persona debe examinarse a sí mismo antes de participar en la santa cena (1
Corintios 11.28; 2 Corintios 13.5).
· Hace posible que la iglesia cumpla con el requisito bíblico: “No
quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios” (1 Corintios 10.20).
Al limitar la santa cena a los que reconocen la autoridad de la iglesia se evita
la necesidad de juzgar a miembros de otras iglesias. Los que están contaminados
con el pecado deben ser excluidos de la santa cena (1 Corintios
10.18–21).
· Basa la santa cena en la unidad y en la comunión cristiana, y no en
la amistad social.
· Protege a los miembros de la iglesia de la hipocresía de fingir ser
uno en fe y en vida, tal como significa la santa cena, cuando no están
dispuestos a tener comunión el uno con el otro en la misma
iglesia.
Conclusión
La santa
cena es un mandamiento, y como tal debe guardarse con temor y reverencia. Pero
también es un privilegio sagrado. ¡Qué gozo más grande hay para el hijo de Dios
cuando recuerda el sacrificio que el Salvador hizo por nosotros! Cuando
celebramos la santa cena, anunciamos “la muerte del Señor (...) hasta que él
venga” en compañerismo con los que están unidos por medio de la misma fe. Cuando
extendemos la mano para coger los símbolos de su cuerpo quebrantado y su sangre
derramada, nuestro corazón se conmueve al pensar en el precio de nuestra
redención. Nuestra mente contempla las oportunidades que tenemos de hacer la
voluntad de nuestro Maestro. Nuestro corazón se llena de gozo celestial
anticipando el momento gozoso y glorioso en que Cristo venga otra vez para
llevar a su pueblo.
Fuente: elcristianismoprimitivo (punto) com/doct38 (punto) htm
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